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Tribuna
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Brasil: ¿fin de la estabilidad política o de la recesión?

No es fácil pronosticar cuál va a ser el futuro de la séptima economía mundial, tras el impeachment, aprobado por el Senado, a la ya expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

Rousseff ha sido acusada de maquillar y manipular las cuentas públicas, como paulatinamente parece que sucede en la mayoría de países del mundo. Se trata de una acusación muy confusa, a la que la expresidenta califica de golpe de estado. Lo que parece más probable es que los partidos de la derecha hayan encontrado terreno abonado para poner fin a casi 15 años de estabilidad política y de dominio del Partido del Trabajo. La excusa ha sido la economía, ya que Brasil se halla inmerso en la peor recesión económica de los últimos 25 años, y en un ambiente de corrupción generalizado. El detonante para este ambiente explosivo han sido los resultados económicos de 2015, con una caída del PIB del 3,8%.

La recesión ha afectado seriamente, tanto a familias como a empresas, después de haber experimentado una década de expansión económica sin precedentes, que llegó a un crecimiento del 7,5% del PIB, en 2010.

Brasil sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo, a pesar de los brillantes resultados obtenidos durante los 15 años de mandato del Partido de los Trabajadores. En ese periodo, según datos del Banco Mundial, 25 millones de personas dejaron de vivir en la pobreza (extrema o moderada): algo insólito en América Latina y en cualquier otro lugar del mundo.

Sin embargo, las expectativas son muy pesimistas y prevén una profundización de la recesión en 2016 a causa de una política monetaria más restrictiva, que posibilite el control de la inflación, y de la falta de confianza de los inversores, debido a la incertidumbre política.

Los partidos de la oposición, que hoy han tomado el poder político, auguran que la peor recesión que vive Brasil en décadas podría estar cerca de tocar fondo. La esperanza de que Michel Temer, el nuevo presidente de Brasil, reduzca los subsidios estatales y restaure la confianza en la economía ha provocado un alza en las acciones brasileñas y empiezan a circular previsiones de crecimiento para este año y para 2017. Orquestar un cambio será una tarea de enormes proporciones para Temer. Para conseguir su objetivo deberá superar, entre otras, las 4 causas principales que han llevado al desplome de la economía en estos últimos años.

En primer lugar, hay que definir un nuevo modelo económico ya que el anterior se basó en un aumento del consumo de las familias y, ahora, este consumo ha caído en picado. El recorte de inversiones y la pérdida de competitividad de la industria, por el alza de los costes de producción, han debilitado la actividad y, en consecuencia, las rentas de las familias.

También hay que superar la actual crisis política. Y no está claro cuál de los dos escenarios veremos, a corto y medio plazo: un periodo de estabilidad, apoyado en los partidos de derechas, que impondrán un entorno económico de carácter neoliberal con el consiguiente cambio de ciclo; o un escenario marcado por elecciones políticas que polaricen aún más el sistema político de Brasil.

El tercer problema a resolver es el de la corrupción. El escándalo de sobornos de Petrobras salpica mucho más allá del gobierno y ha comprometido a las mayores empresas de ingeniería y construcción de Brasil. Petrobras ha recortado su plan de inversiones en un 25% (32.000millones de dólares) para el período 2015 - 2019.

Finalmente, se deberá superar la crisis de confianza de los mercados en la economía brasileña. La calificación del crédito soberano de Brasil ha sido degradada por dos agencias de calificación de crédito, hasta perder su codiciada calidad crediticia de grado de inversión. Los datos oficiales muestran, además, diez trimestres seguidos de caída de las inversiones. Según los expertos, el índice de confianza industrial se ha desmoronado al nivel más bajo desde 2001.

Las expectativas de que Temer tenga éxito, en la aprobación de las reformas , son fundamentales para provocar un giro en la economía brasileña; pero ello no será sencillo, en un entorno marcado por un proceso político que carece de fundamento, y llevado a cabo por acusadores con expedientes políticos marcados por la corrupción

Ni Kafka lo podría superar.

Agustín Ulied es Profesor del Departamento de Economía de ESADE Business School & Law

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