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El cínico discurso del liderazgo de China sobre Corea

El líder chino asegura que no quiere guerra en la península coreana. Si así es, debería dejar de apoyar de manera económica, comercial y militar al régimen totalitario de Corea del Norte, que con periodicidad mensual lanza misiles con alcance de 3.000 km y posee ya cabezas nucleares. El lunático dictador norcoreano, Kim Jong Un, aterroriza como su padre y abuelo un país dónde millones han muerto de hambre en los últimos 15 años a pesar de ayuda humanitaria occidental y continua apoyando acciones terroristas, de lavado de dinero y pirateo intelectual.

Hace 66 años el régimen comunista de Corea del Norte invadió sin mediar provocación alguna Corea del Sur. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la constitución de una fuerza multinacional para restablecer la legalidad internacional. El General Douglas MacArthur, comandante en jefe de los Aliados en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y liberalizador de Japón después de 1945, desembarcó con sus fuerzas brillantemente en Incheon, derrotando decisivamente a los norcoreanos. A las pocas semanas, China cobardemente mandó a 300.000 soldados cruzar el río Yalu, la frontera entre Corea del Norte y China, nuevamente sin que se hubiera producido provovación alguna por parte de ninguno de los 17 aliados que integraban la alianza de las Naciones Unidas. China no contaba con armas nucleares en 1950, y el arsenal ruso era primitivo. Sí existía un pacto soviético-chino. Truman fue un gran presidente en muchos sentidos. Pero le tembló el pulso como líder político de una coalición de tantos países. A MacArthur se le denegó el derecho de perseguir a aviones chinos que entraban en Corea más allá de las fronteras del pequeño país. También se le prohibió bombardear las pistas de aterrizaje en Manchuria desde donde despegaban los cazas chinos que atacaban a los Aliados en Corea. MacArthur pidió permiso para bombardear los puentes sobre el río Yalu, y se le contestó que podía bombardear la parte meridional de los puentes, una de las órdenes más estúpidas de la historia militar. Es altamente improbable que Stalin hubiera atacado a los Aliados si Truman y los jefes del estado mayor de EEUU hubieran permitido a MacArthur realizar dichas acciones. MacArthur desafió a Truman, quien despidió a uno de sólo cinco generales de cinco estrellas de la historia de EEUU, un profundo conocedor y amante de los pueblos de Asia. MacArthur recibió el homenaje más multitudinario en la historia de Nueva York (siete millones) y advirtió del peligro de una política de contención del comunismo basada en Europa.

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