Tenemos que moderar el consumo
Comprendo que es primavera. Que el crecimiento económico y la creación de empleo permite a muchos volver a tener poder adquisitivo. También soy consciente que de, con unos tipos de interés cerca de 0, es más complicado encontrar instrumentos financieros que premien el ahorro. En los últimos trimestres el consumo se está convirtiendo en el motor principal de nuestro crecimiento, superando a las exportaciones y a la inversión. Esto es preocupante. En primer lugar, las aportaciones a los fondos de pensiones privados siguen gozando de desgravaciones fiscales. Aunque exige un esfuerzo, hay fondos de inversión con rentabilidades muy respetables y cuyo capital inicial está al alcance de un profesional con unos ingresos medios. Por consiguiente, ahorrar es rentable y necesario para aquellos a quienes les falta más de quince años para la jubilación y no cobrarán una pensión pública sustancial. La venta de coches nuevos se ha disparado de manera preocupante. Los que puedan permitirse comprarse un coche nuevo estimulan la economía. Pero incluso los comerciales reconocen que la mayoría de las compras se hacen pagando a plazos. En las principales ciudades españolas circulan columnas de automóviles nuevos de marcas extranjeras, y en muchos casos de lujo. El sector de la automoción es un puntal de la economía española. Los vehículos son una de los principales exportaciones españolas. Pero resulta tristemente irónico que demasiados españoles estén comprando a plazos vehículos que no se pueden permitir, de la misma forma que sucedió antes de la crisis. Se da la culpa a los bancos, políticos y la corrupción, y sin duda no se lucieron en los años anteriores a la recesión. Pero es inquietante que los comerciales de concesionarios reconozcan que se vuelve a repetir un comportamiento irresponsable. En Barcelona, la ciudad de Europa con más Porsche Cayennes, se agotan los catálogos de modelos de marcas de lujo en demasiados barrios, y los vehículos se venden sin esfuerzo. El cliente en muchos casos ni tan siquiera lee la letra pequeña. El comercial se alegra y sigue haciendo su trabajo. Pero reconoce que muchos no podrán pagar los nuevos vehículos que adquieren a plazos.