El problema fiscal está en las pensiones
El Gobierno sabe, y la oposición también, que el verdadero problema fiscal de España no está en las comunidades autónomas por muchos incumplimientos que acumulen en la gestión de sus finanzas, sino en el sistema de pensiones. Pese a los notables crecimientos del empleo en los últimos dos años, la Tesorería de la Seguridad Social es incapaz de saldar sus cuentas con déficits decrecientes. Si en 2015 la falta de recursos fue de 12.000 millones de euros, no será menor este año, y tendrá parecido perfil en 2017, si no media reforma en los ingresos y los pagos del sistema de pensiones.
Desde 2008, cuando alcanzó el récord de recaudación por cotizaciones de los ocupados, el sistema acumula una pérdida por este concepto de nada menos que 47.500 millones de euros. Si al principio de la crisis lograba mantener el tipo era gracias a que los desempleados mantienen su aportación, aunque corra a cargo de recursos públicos. Pero una vez que incluso la masa de desempleados con prestación se ha reducido, la pérdida de ingresos es más abultada y revela la auténtica dimensión del problema, que debe ser corregido para poder mantener el nivel de prestaciones.
La pérdida de ingresos anuales está entre 8.000 y 10.000 millones de euros, y todo ello pese a haber amplificado toda la capacidad de recaudación por parte del sistema durante los años de crisis: ampliación de las bases de cotización a conceptos retributivos antes excluidos, elevación de un 5% de la base máxima de cotización cada año en 2013 y 2014, sin replicar tal subida en las pensiones máximas del sistema, etc.
La razón fundamental de este retroceso en los ingresos regulares por cotizaciones es la pérdida de casi cuatro millones de empleos, de los que solo se ha recuperado una tercera parte en los últimos años, así como el práctico estancamiento de las bases de cotización, que contrariamente a lo temido por la congelación de salarios, no han descendido.
Pero esta estructura de ingresos por cotizaciones no cambiará mucho en los próximos años, salvo un avance espectacular del empleo, que no se producirá, puesto que incluso el crecimiento esperado es más moderado que en los dos ejercicios anteriores. Por tanto, hay que buscar alternativas para financiar el déficit actual y el que sin hacer nada se generará en los próximos años, y que será creciente. Hay que tener en cuenta que los gastos no dejarán de crecer porque vegetativamente las nuevas pensiones son más elevadas que las que decaen y lo son por más tiempo.
Es complicado pedir a los políticos que se pongan de acuerdo para salvar el sistema de protección de la vejez, si ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo para investir a un presidente. Pero una vez que salven este escollo nada pequeño, deben poner manos a la obra por un consens