El futuro de Abengoa queda en manos de la bula del juez
Abengoa salvó el lunes una bola de set en su pelea contra el concurso de acreedores. Presentó ante el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla la solicitud de homologación del contrato de espera (standstill, en la jerga), con el que el grupo obtendrá, si todo sale bien, hasta siete meses para lograr un acuerdo al que se sumen los acreedores necesarios para ejecutar el plan de rescate acordado por los primeros espadas de los bancos y los bonistas.
El juez tiene ahora 15 días, a contar desde ayer, para resolver la solicitud de Abengoa. Pero la luz verde al plan de espera, aunque probable, no está ni mucho menos asegurada. “El juez puede responder con una negativa, ante lo que Abengoa podría presentar un recurso de reposición”, señalan fuentes jurídicas.
En caso de que el tribunal conceda la bula de siete meses adicionales a Abengoa, cualquiera de los acreedores financieros que no haya dado el visto bueno a este compás de espera puede impugnar la decisión en un plazo de 15 días.
Si se producen reclamaciones, el escenario más probable es que se convoque una vista con los distintos implicados. De ahí saldría una sentencia que sería firme y que no se podría recurrir.
A la hora de resolver las impugnaciones, el magistrado valora la concurrencia de los porcentajes y si la homologación supone un sacrificio desproporcionado para el acreedor que impugna.
Si el juez acepta la homologación del acuerdo de refinanciación, ningún acreedor podrá iniciar o continuar ejecuciones contra el patrimonio de Abengoa o contra el de sus 44 filiales hasta el 28 de octubre del 2016. Hasta entonces, los acreedores y la compañía tendrán tiempo para negociar un acuerdo que satisfaga al mayor número de implicados.
El pasivo financiero de Abengoa, según datos del Juzgado de lo Mercantil de Sevilla que lleva el caso, asciende a 9.489 millones de euros, y los acreedores que han dado el ‘sí’ al contrato de espera representan 7.121 millones decir. Es decir, suponen más del 75%.
Para que el acuerdo de refinanciación, que implica la conversión de unos 5.600 millones de deuda financiera en acciones y la inyección de unos 1.500 millones, se necesita no solo el visto bueno del 75% de los propietarios de la deuda, sino de al menos el 60% de los acreedores del pasivo total. Este ascendía a finales de diciembre a 16.627 millones y una parte importante de él corresponde a los proveedores, con cerca de 4.400 millones.
Cuando Abengoa logre esos porcentajes, el acuerdo será vinculante para todos y cada uno de los acreedores, hayan firmado o no el pacto. Con todo, incluso si el plan reciba todos los parabienes, cabría una posibilidad de que se produjera el concurso, aunque tendrían que producirse tres hechos a la vez. Primero, que lo solicitara un acreedor no financiero (por ejemplo, un proveedor); segundo, que ese proveedor acreditara que Abengoa incumple obligaciones tributarias, de abono de salarios o cuotas de la Seguridad Social; y, tercero, que la empresa no demostrara que es solvente tras los acuerdos de refinanciación.
Mientras, las acciones B de Abengoa, con un solo derecho de voto, se dispararon ayer un 28,4%, hasta los 0,321 euros, mientras que las A, con 100, sumaron un 18,1%, hasta 0,783.
Pero los analistas consultados advierten del peligro: Mi tasación es de 280 millones”, señala Iván San Félix, de Renta 4. “La incertidumbre es muy elevada, todavía queda por capitalizar la deuda y mi recomendación es claramente de venta”, agrega.
En Sabadell mantienen su “visión negativa para el accionista actual de Abengoa” y calculan un precio objetivo por acción B de 0,19 euros.