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La UE investiga los pagos por capacidad que recibirá el grupo galo

Bruselas se pone en guardia ante el posible rescate de EDF por Francia

Los incentivos servirán para reforzar la posición de dominio de EDF, según la CE Las necesidades de capital del grupo se calculan en 5.000 millones

Jean-Bernard Levy, presidente-director general de EDF
Jean-Bernard Levy, presidente-director general de EDF

El gigante Électricité de France (EDF) está atrapado en una tormenta perfecta de deuda (37.000 millones de euros); necesidades financieras (55.000 millones hasta 2025, sólo para el mantenimiento de sus 59 centrales nucleares) y de caída de precios y demanda. Bruselas sospecha que la compañía francesa intentará salir del torbellino con ayuda del Gobierno, bien sea directa o camuflada.

El Estado francés, de momento, ha aceptado que la compañía le abone en títulos y no en metálico su dividendo correspondiente a 2015, lo que ha evitado a EDF un importante desembolso en un ejercicio en el que resultado ha caído un 66%, de 3.700 millones de euros en 2014 a 1.200 millones.

Bruselas no ha planteado objeciones a esa opción del Estado, compatible con su calidad de accionista. Pero el presidente de EDF, Jean-Bernard Lévy, ya ha advertido que, a pesar de esa decisión, la compañía se encuentra en una situación financiera “difícil” y los medios galos barruntan unas necesidades de capital de hasta 5.000 millones de euros.

Lévy reclama un alza de las tarifas reguladas de los particulares acorde con la evolución del mercado y recuerda que en 2015 la subida fue del 2,5% cuando debería haber sido del 8%.

EDF repartió un dividendo anual de hasta 2.000 millones de euros entre 2009 y 2013

La CE escruta esos movimientos en un momento en el que todo el sector energético europeo sufre la presión de un exceso de capacidad y una demanda menguante por la débil recuperación económica del continente. A todo ello se ha añadido un invierno muy benigno que ha reducido aún más el consumo.

En esa grave coyuntura, la intervención pública para apoyar al sector puede resultar inevitable y Bruselas vigila a la utility gala como el caso que servirá de piedra de toque para otros países.

En el pasado, Francia ya demostró gran imaginación para dar incentivos a su energética (el Estado mantiene el control con un 85%)intentando que pasaran desapercibidas y el año pasado la CE ya le reclamó la devolución de 1.370 millones de euros en ayudas de Estado ilegales otorgadas mediante una exoneración impositiva entre 1987 y 1996.

Primeros roces

Bruselas y París ya han cruzado las primeras estocadas de un duelo que se anuncia como uno de los más complicados para el mandato de la actual comisaria de Competencia, Margrethe Vestager. El 4 de marzo, el departamento de Vestager cerró el proceso de consulta sobre el expediente abierto contra Francia por su nuevo mecanismo de pagos por capacidad que, según Bruselas, favorecerá a EDF a cambio de una supuesta garantía de suministro.

París ha defendido el plan invocando la presunta excepcionalidad meteorológica del hexágono, que ha disparado en una década los picos de consumo en el país (de 74.900 MW en 2001 a 102.100 en 2012). París asegura que Francia concentra la mitad de la demanda energética de toda Europa sensible al cambio de temperatura y que cada grado de caída del termómetro supone un consumo adicional de 2.400 MW.

Los datos parecen corroborar la tesis gala. Pero Bruselas, de momento, no compra la teoría y considera que el mecanismo se ha diseñado para reforzar el dominio del coloso francés y frenar a los competidores extranjeros, que no tienen derecho a participar en dicho mecanismo de pagos por capacidad.

Vestager también investiga, por presunta ayuda de Estado, la licitación de una central de ciclo combinado en Bretaña que, según la CE, también servirá para reforzar el dominio de EDF.

El lastre del proyecto nuclear británico

Las dificultades financieras de EDF parecen ligadas, entre otros, al proyecto de construcción de dos reactores nucleares de nueva generación en el Reino Unido, los primeros que se levantan en ese país desde 1995. Como ya le ocurrió en Finlandia, en China y en su propio país, los costes del proyecto (18.900 millones) y el tiempo de construcción (cuya finalización está prevista para 2023) amenazan con dispararse y en convertirse en un pesadísimo lastre para la compañía.

El director financiero de EDF, Thomas Piquemal, dimitió el lunes pasado por considerar inviable la gigantesca inversión. Cuatro días después, un informe del Tribunal de Cuentas francés alertó del “esquema de financiación potencialmente arriesgado” de las nucleares del Reino Unido, “pese a las garantías aportadas por el gobierno británico”.

La carga se antoja tan pesada que EDFha incorporado al proyecto a la china CGN (China General Nuclear Power Group), a pesar de algunas reticencias a permitir el acceso de Pekín a una tecnología nuclear puntera. El viernes, la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, dio luz verde a la joint-venture.

Pero EDF también soporta los problemas de la nuclear en Francia. Así, tuvo que acudir al rescate de la estatal Areva, fabricante de reactores y encargada de los residuos y el desmantelamiento del parque atómico galo, comprando a su hermana varios reactores por 2.500 millones.

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