La lata de sardinas
Tras una larga travesía por el desierto, me alegro mucho por todos los accionistas minoritarios de Bankia que van a recuperar todo su dinero tras la sentencia del Tribunal Supremo que anula la adquisición de acciones con ocasión de su salida a Bolsa en el año 2011. Dicha anulación se produce porque los magistrados entienden que existió error en el consentimiento de los que compraron las acciones al existir desfase entre las cifras del folleto que lo anunciaba y las reales de la entidad.
No obstante, antes de que ningún pequeño inversor se lance nuevamente a la compra de cualquier acción u otro activo financiero, déjenme que les haga una pregunta: ¿conocen el cuento de la lata de sardinas? Si lo desconocen, narra la historia de un inversor que colecciona latas de sardinas y tiene una muy especial de Canadá, que le costó tres euros, y quiere revenderla ahora por más de cien.
Un amigo suyo, que trabaja para un chiringuito financiero, se la compra y convence a sus jefes para que la transmitan a una casa de subastas por más de mil euros. La casa de subastas, especialista en adornar la venta de sus productos, consigue vender la lata a un jubilado por más de tres mil euros. El jubilado, decidido a probar el exquisito manjar que ha adquirido, abre la lata de sardinas y se las come. Poco a poco su cara va palideciendo por el tremendo disgusto al comprobar que las sardinas que se está zampando no son nada del otro mundo. El pobre jubilado le cuenta a su familia lo que le ha pasado y les dice que como mucho habría pagado tres euros por la lata.
La familia del jubilado reclama a la casa de subastas porque se sienten engañados y estafados. Los responsables de la casa de subastas dicen que ellos no se sienten responsables y que tienen que hablar con los jefes del chiringuito financiero. Estos, a su vez, dicen que no recuerdan haber vendido la lata de sardinas y que conocen a un empleado suyo que tiene un amigo que las colecciona.
Finalmente, el inversor, que había comprado la lata de sardinas en Canadá, cuando recibe a la familia del jubilado en su casa les responde perplejo: ¿pero quién dijo que había que abrir la lata y comer las sardinas?
Si le ha parecido que el jubilado de esta historia es un ingenuo y que a usted nunca le pasaría algo así, cambie la lata de sardinas por una acción como Bankia o cualquiera de otra índole. ¿No le ha parecido alguna vez que el precio que está pagando por la compra de un activo financiero es demasiado caro y que no se corresponde en absoluto con su valor real? Si es así, no olvide este consejo: no confunda nunca precio con valor. El precio es lo que se paga pero el valor es siempre lo que se obtiene a cambio. Además me gustaría que se plantease la siguiente reflexión: si usted ganase dinero por las comisiones de venta de las latas de sardinas seguro que las recomendaría comprar siempre, ¿no? Le resultará curioso pero muchas de las recomendaciones sobre muchas acciones que oirá ahí fuera serán de comprar o de sobreponderar. Como muy bien dijo Warren Buffett: “Nunca le preguntes a un barbero si necesitas un corte de pelo”.
Tiene que ser muy prudente en la compra de cualquier activo financiero y saber en todo momento qué está haciendo para no llevarse ninguna sorpresa desagradable.
Debe ser cauteloso con sus inversiones porque todo no puede subir eternamente.
Llegará un momento en el que se detendrá. En la actualidad, tiene un claro ejemplo en lo que está sucediendo con varios índices bursátiles: muchos pensaban que el Ibex 35 iba a estar, en esta época del año, por encima de los 12.000 puntos y la triste realidad es que está luchando por conquistar los 8.500. Ya no digamos si hablamos del descalabro que han sufrido los índices de China o Brasil, por poner solo dos ejemplos más. Por lo tanto, para que la conducta de una multitud de inversores no se deje arrastrar por impactantes eslóganes publicitarios como el de ¿Quieres ser bankero? que realizó Bankia en su salida a Bolsa para que comprásemos sus acciones; tenga mucho cuidado si durante este año piensa comprar cualquier lata de sardinas porque piensa que se va a revalorizar… Como dijo el gran economista John Keynes: “Las conductas, como las enfermedades, se contagian de unas personas a otras”.
Ángel Martín Unzué Indave es Profesor de bolsa y mercados financieros