_
_
_
_
Pequeños gigantes

El bodi que avisa cuando el bebé tiene fiebre

Rapife desarrolla estampados que cambian de color cuando aumenta la temperatura corporal.

Los más de 10.000 metros cuadrados de la fábrica de Ramón Espíen Agullent, en Valencia.
Los más de 10.000 metros cuadrados de la fábrica de Ramón Espíen Agullent, en Valencia.

Las grandes historias muchas veces comienzan con pequeñas acciones, con la unión de pequeños esfuerzos, que juntos crean un todo, y ese todo, en este caso, es Rapife. Una empresa textil que nació en 1923 en la planta baja del domicilio familiar valenciano de Vicente Antonio Espí, un joven que, sin entonces saberlo, sembró el germen de la gran compañía que hoy dirigen su dos nietos: Ramón y Jesús Espí.

Rapife es ejemplo de cómo crecer ante las adversidades, de que respirar, pensar y volver a emprender el camino por una ruta diferente puede ser, en ocasiones, aunque resulte difícil, la mejor decisión.

La compañía, que ahora elabora todos sus productos de principio a fin en España, animada por las ventas y la incipiente globalización, externalizó su producción a China y Bangladesh. Fue una gran etapa de contratos con grandes almacenes, donde vendían artículos con licencias: Pocoyó, la abeja Maya o los Gormitis eran algunos de los protagonistas de los estampados de sus creaciones.

Dejó China y Bangladesh para volver a fabricar en España

Pero la fuerte competencia no paraba de bajar los precios de sus productos, lo que provocó que el rendimiento de su negocio empezase a renquear. Ante esta situación, los primos Espí deciden dejar de importar en 2009, romper sus contratos con las grandes superficies y abandonar las licencias.

Es en este año cuando comienzan a apostar por la marca España, por los tejidos naturales y orgánicos y por la innovación en el sector salud. Resulta un cambio complicado y arriesgado, ya que implicaba disminuir la producción en 7.000 unidades diarias, desde las 17.000 hasta las 10.000, y la facturación, desde los ocho millones de euros anuales hasta los cuatro y medio actuales.

Pero un cambio que también implicaba devolverles la ilusión y las ganas de luchar por un proyecto novedoso: “Lo teníamos claro, queríamos vender marca España, es decir, productos con mayor calidad, con mejores acabados y con mucho valor añadido”, explica Ramón Espí.

En rojo, el muñeco avisa de una fiebre.
En rojo, el muñeco avisa de una fiebre.

Uno de los valores añadidos de los que habla Ramón tiene que ver con el cuidado del medio ambiente. “En China y Bangladesh, con los procesos de tintura, por ejemplo, los ríos acaban de mil colores. En Europa, los procesos son mucho más controlados, se utilizan depuradoras, etcétera.

Es evidente que una técnica de tinte nunca va a ser ecológica, pero sí podemos hacer que el daño al medio ambiente sea el menor posible”, razona Espí.

Así consiguieron el sello Made in Green, que certifica que las prendas han sido elaboradas libres de sustancias nocivas, respetando el medio ambiente y los derechos humanos de los trabajadores. Otro de los cambios fue incorporar una infraestructura de investigación y desarrollo, formada por un laboratorio propio, encargado de investigar nuevos materiales y procesos, y otro departamento dedicado al estudio de nuevos diseños y modelos.

Su creación ha supuesto grandes esfuerzos de tiempo e inversión que han dado sus frutos. Entre ellos destacan los distintos acuerdos con el instituto tecnológico Aitex y el CDTI. “Nuestras líneas de investigación están orientadas a productos que protejan la piel, sobre todo para el segmento de prendas de bebé. Para ello se estudian nuevos tejidos realizados con biofibras”, dice Espí.

En morado, el muñeco indica que la temperatura del bebé es adecuada.
En morado, el muñeco indica que la temperatura del bebé es adecuada.

Ejemplos de esta innovación son sus bodis de bebé termocrómicos, que indican si el niño tiene fiebre, a través de un muñeco estampado en la prenda que cambia de morado a rojo si su temperatura asciende (y solo cuesta 17,40 euros); su bañador fotosensible, que controla la exposición al sol de los más pequeños gracias al índice de bloqueo ultravioleta +50, o sus tejidos de fibras naturales, como el bambú, las algas y la caseína (desde 8 euros).

El giro que ha protagonizado Rapife también ha supuesto reorientar sus canales de venta. Al abandonar las grandes superficies, la venta directa a través de su página web ha adquirido protagonismo, pero también el canal retail y los almacenistas.

Además, han abierto la puerta al exterior. Para 2016 esperan que su volumen de exportaciones ascienda al 20%. Entre los países con los que ya están realizando negocios se encuentran europeos, como Reino Unido, Bélgica, Alemania, Italia o Francia, y árabes, como Kuwait o Arabia Saudí.

Cronología

1923. Vicente Antonio Espí, abuelo de los actuales propietarios, inicia la actividad textil en su domicilio familiar en Agullent, Valencia.

1950. Se crea la empresa Ramón Espí Ferri, SA, centrada en la producción de ropa interior femenina y masculina.

1964. Se registra la marca Rapife.

1989. El negocio crece y la empresa se traslada a las afueras de la población de Agullent.

2000. Rapife se adentra en el mundo del bebé. Sus primeros modelos fueron bodis 100% de algodón.

2004. Realización del proyecto Sunprotex, en colaboración con el Instituto Aitex y con financiación del CDTI.

2008. Reciben el Premio Empresa Europea, otorgado por la Cámara de Comercio de Valencia y la Confederación Empresarial Valenciana (CEV).

2011. Desarrollo de prendas termocrómicas destinadas a neonatos y bebés, que ayudan a alertar a los padres del estado febril del bebé.

2015. Comienza la venta online a través de su web.

2016. Nuevo bañador de bebé con protección +50.

Más información

Archivado En

_
_