Muñecas Llorens, artesanía y tradición familiar
Cuando la tradición va asociada a una empresa se nota. Es el caso de Llorens, firma dedicada a la elaboración de muñecas que abrió sus puertas en 1995 aunque cuenta con mucha más historia, al deber sus orígenes a la empresa Antonio Juan Juan, más tarde denominada Farita, fundada por los abuelos de su propietario, Miguel Llorens, cerrada en 1986. A pesar de ello, Miguel nunca dejó de estar vinculado al sector. Durante esos nueve años aprendió el oficio en compañías como Famosa, pero su carácter emprendedor lo impulsó finalmente a crear su propia empresa de muñecas tradicionales.
El sector juguetero español tradicionalmente siempre ha estado enfocado al mercado internacional y Llorens es muestra de ello; presente en 28 países, entre los que destacan Reino Unido, Francia, Bélgica, México, Rusia o Estados Unidos, el 80% de su facturación, en torno a los dos millones de euros, va destinado a la exportación. Como reconocimiento de esta actividad, recientemente la empresa alicantina ha recibido el premio Pyme 2015 a la Exportación, concedido por el programa Impulsando Pymes.
En esta misión, según revela Miguel Llorens, ha tenido mucho que ver la asistencia a ferias extranjeras. “Las ferias han sido unos de los principales motores de la empresa, en especial la asistencia a la feria del juguete de Alemania en Núremberg, ya que nos ha permitido conocer a gran parte de nuestros clientes internacionales”.
Pero Llorens no ha sido galardonada solo por su labor exportadora. En 2010 recibió el premio Design for All por su colección Dolls for All (muñecas para todos en español). Diseñadas para que todos los niños y niñas puedan utilizarlas, fue un proyecto pionero en el mundo, que en su momento contó con la colaboración de AIJU (Instituto Tecnológico del Juguete), la financiación del Instituto de la Pequeña y Mediana Industria de la Generalitat Valenciana (Impiva) y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).
Entre las cualidades de estas especiales muñecas se encuentra su tamaño, que resulta más manejable para los niños y niñas con discapacidad al no ser ni muy grandes ni muy pequeñas, un cuerpo ligero (inferior a los 900 gramos) y blandito, manos cerradas para facilitar vestirlas y desvestirlas, trajes fáciles de identificar y de poner y quitar, al contar con elementos reconocibles y fáciles de percibir al tacto y velcros discontinuos, con mangas y aperturas amplias. Además, la longitud de su pelo también está muy pensada para facilitar el juego.
Aunque renovada y adaptada a los nuevos tiempos, el proceso de fabricación de las muñecas no dista de aquel que se seguía en los años ochenta, época dorada del sector en España. Primero, un escultor boceta y les da forma a partir de caras reales de bebés, lo que se traduce en que sus gestos y posturas sean totalmente realistas. “La artesanía tiene un valor incalculable para nosotros y el fabricar en Onil (localidad de Alicante) nos garantiza ofrecer la máxima calidad. Además, el que las muñecas sean lo más fieles a la realidad es una de nuestras prioridades, de modo que niñas y madres, cuando cojan una de nuestras muñecas, sientan en sus brazos a un bebé y así estimulen su imaginación”.
A continuación, el prototipo realizado en barro por el escultor da lugar al mecanizado de unos moldes donde se inyecta un tipo de goma, coloreada con tonos naturales que se asemejan a la piel de los bebés, que se hornea a unos 300 grados centígrados. Una vez atemperada la goma, comienza el proceso de decorado y montaje de las piezas completamente a mano. Diez empleados participan en esta fase, encargándose personalmente de cada detalle.
Finalmente, la muñeca se introduce en un estuche decorado en tonos pastel con tapa, que posteriormente las niñas convierten en armario para guardar los vestidos y accesorios de las muñecas. Precisamente, el vestuario es un rasgo muy apreciado no solo por las niñas, sino también por los coleccionistas y fans de la marca en todo el mundo, también hecho a mano y fabricado con tejidos naturales. Las telas con las que se confeccionan son las mismas que utilizan las firmas de moda infantil cada temporada. Chaquetas de tweed, vestidos de lana suave o jerséis de punto conforman la colección, que abarca hasta 70 posibles estilismos en diferentes tallas. “Mi tía de 73 años, precursora de la empresa, continúa cosiendo hoy la ropita”, comenta orgulloso Miguel Llorens.