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El éxit(o) de Cameron

La cumbre europea de hoy y mañana inicia la cuenta atrás hacia un referéndum británico en el que lo único que está en juego es el futuro político del primer ministro, David Cameron.

La consulta se celebrará a finales de junio si la UE y Londres cierran mañana el acuerdo sobre las condiciones en que Reino Unido seguirá en el club. Al margen de los términos concretos de esa oferta, parece claro que el 'Sí' a la UE se impondrá en las urnas, lo que permitirá a Cameron desbaratar a la oposición euroescéptica dentro y fuera de su propio partido. Ese es el único objetivo de la consulta y el primer ministro no ha dudado en poner en un brete a todo el club para lograr reafirmarse en el poder.

Cameron sabe que apostaba sobre seguro porque los sondeos siempre han reflejado una mayoría a favor de permanecer en la UE, salvo en contadas ocasiones (durante los años de Thatcher o en los peores momentos de la crisis del euro). En los últimos meses, las expectativas de voto de los partidarios del Brexit (salida de Gran Bretaña) nunca han pasado del 49% y su techo real parece ser el 45% (here).

El primer ministro podrá anotarse ahora la previsible victoria del 'Sí' y atribuirla a las concesiones que ha arrancado a sus socios de la UE, a pesar de que son mínimas excepto en materia de discriminación laboral. Así podrá deshacerse de la atosigante presencia de unos euroescépticos que llevan protestando desde que Reino Unido ingresó en la UE en 1973.

El bando del 'No', además, llega a la consulta sin un claro liderazgo y con Nigel Farage, número 1 de los eurófobos de UKip, de capa caída. Muy mal lo tendrían que hacer Cameron y los suyos de aquí a junio para que se les escape la victoria.

La única incógnita es el papel del alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, que se resiste a subirse al barco de su compañero de partido y rival, el primer ministro. Johnson fue corresponsal en Bruselas y, quizá por eso, es un furibundo enemigo de la nomenklatura de eurócratas y diplomáticos que se ha apropiado del proyecto de integración europea. Pero el popular alcalde no parece en condiciones de encabezar una revuelta contra Bruselas que le enfrentaría con la mayor parte del establishment nacional e internacional.

En contra del Brexit están desde Washington a Pekín, de Goldman Sachs a la City. La salida de la UE tampoco es popular ni en Escocia ni en Gales. Para Irlanda del Norte supondría un tremendo contratiempo en su relación con los "hermanos" del sur. La juventud de todo el país, según los sondeos, tampoco parece entender la euroreticencia de generaciones anteriores.

El 'No' a la UE sólo parece enraizado entre las clases medias depauperadas por la desindustrialización en algunas zonas de Inglaterra. Una población que se siente golpeada por la globalización y abandonada por sus élites. Y que probablemente votarían No a cualquier promesa con visos de devolverles la seguridad y dignidad de una vida laboral estable.

Si fueran franceses probablemente votarían al Frente Nacional. Pero en Reino Unido, el fascismo produce sarpullidos y el voto de castigo a menudo se descarga sobre Bruselas. Pero nunca ha sido mayoritario a pesar de los éxitos puntuales del Ukip en las elecciones europeas, así que Cameron tiene prácticamente asegurada su continuidad.

Para lograrlo, no ha dudado en someter al resto de socios de la UE a una tremenda presión para que acepten algo tan inconcebible como la discriminación laboral en función del país de origen de los trabajadores. El Gobierno de Merkel considera que es el precio a pagar para que sobreviva Cameron. Pero las consecuencias negativas podrían sobrevivir al primer ministro y a la canciller.

Vídeo: Arctic Monkeys versionean el ""Take or leave it" de The Strokes.

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