Los puntales de Dimon
Jamie Dimon, consejero delegado de JPMorgan, compró el jueves más de 25.000 millones de dólares (unos 22.300 millones de euros) en acciones de su banco. Es una extensión personal de su mantra de que los bancos hacen bien al recomprar valores cuando estos se acercan a su valor en libros –y en este momento, JP Morgan lleva un descuento de aproximadamente el 10%–. Este voto de confianza es también un importante contrapeso al pánico que invade a los inversores en las instituciones financieras de Estados Unidos.
El índice de los bancos S&P 500 ha caído un 23% este año. De los seis mayores bancos del país, solo Wells Fargo cotiza por encima del valor de sus activos menos sus pasivos. Dichos niveles se alcanzaron por última vez durante la crisis financiera global.
Todo ello recuerda ligeramente a la fase previa a la caída anterior. Varias entidades financieras, por ejemplo, han intentado tranquilizar a los inversores diciendo que los préstamos de petróleo y gas representan solo un pequeño porcentaje del total. En 2007, se hicieron afirmaciones similares sobre las hipotecas de alto riesgo. Además, los bancos ya estaban teniendo problemas para incrementar los ingresos. Si la Reserva Federal deja de subir los tipos de interés, desaparecerá una de las pocas palancas para que incrementen sus beneficios.
Pero en conjunto, los balances son fuertes, y no hay señales de que los bancos estén atesorando el tipo de riesgo sistémico que podría justificar tales valoraciones deprimidas. Unos mayores recortes de costes también podrían contribuir a apuntalar la rentabilidad.
La década de Dimon al frente de JPMorgan lo convierte en uno de los jefes bancarios de mayor éxito en una era excepcionalmente difícil. Si alguien puede animar a hacer una revisión de la realidad, tal vez sea él.