_
_
_
_
_
Bruselas cede para impulsar el ‘Sí’ a la UE en el próximo referéndum

Europa da carta blanca a Cameron para frenar la inmigración

El primer ministro británico, David Cameron, hoy durante su visita a una planta de Siemens en el sur de Inglaterra. REUTERS
El primer ministro británico, David Cameron, hoy durante su visita a una planta de Siemens en el sur de Inglaterra. REUTERSREUTERS

La oferta de la Unión Europea se hizo pública a las 12:30 del mediodía de Bruselas, tras todo un fin de semana de negociaciones entre las instituciones europeas y el Gobierno británico.

El proyecto de acuerdo, que se espera aprobar en la cumbre europea del próximo 18 de febrero, encaja a la perfección con las intenciones de David Cameron, porque pasa de puntillas sobre las demandas británicas más cosméticas (como las de mayor subsidiariedad y competitividad); pero entra a saco en el sensible tema de los derechos de los trabajadores europeos que lleguen a partir de ahora al Reino Unido.

Bruselas da carta blanca a Londres para limitar los derechos de esos trabajadores durante los primeros cuatro años de su permanencia en las islas, tal y como pedía Cameron en la carta de noviembre de 2015 en la que expuso sus condiciones para defender el Sí a la permanencia en la UE en el referéndum que él mismo ha decidido convocar.

La UE se compromete a reformar un reglamento comunitario para permitir una exclusión total de cualquier beneficio ligado al puesto de trabajo (como complementos familiares, de vivienda, entre otros) en el momento de firmar el contrato. El trabajador europeo irá adquiriendo derecho a las mismas ayudas que su colega británico a lo largo de los primeros cuatro años de vida laboral. Bruselas también reformará otro reglamento para autorizar a Londres a recortar ayudas familiares a los trabajadores de otros países que dejan a sus hijos en su lugar de origen.

Según la prensa británica, se trata de una práctica habitual entre los trabajadores de Europa del Este, en particular de Polonia. Londres, según la nueva norma, mantendrá esas ayudas, pero las podrá ajustar al nivel de precios y salarios del país de origen del trabajador, lo que supondrá una importante reducción.

Aplicación inmediata

Fuentes del equipo europeo que ha negociado con Londres indicaron que la limitación de ayudas a los trabajadores inmigrantes estará disponible para todos los países europeos, no solo para Gran Bretaña. Y que solo se podrá activar cuando se detecte “una llegada excepcional de trabajadores de otros países miembros”. Pero la concesión a Cameron va mucho más lejos, porque la Comisión también se ha comprometido con Londres a firmar una Declaración en la que Bruselas admite que en el Reino Unido ya se ha producido esa llegada masiva, por lo que se podrá activar de manera inmediata la limitación de ayudas.

La propia Comisión había negado hasta ahora que el Reino Unido estuviese sufriendo un aluvión migratorio y los datos no parecen corroborar la alarma. La llegada se trabajadores se ha acelerado en los últimos dos años, pero parece más ligada a la crisis del resto de la UE que a la búsqueda de las generosas ayudas británicas.

La población extranjera en el Reino Unido es del 12,5%, por debajo de la de España (12,8%), según los últimos datos de Eurostat. Dentro de esa cifra, la procedente de la UE alcanza el 4,4% en ambos países. En Alemania, esas cifras son del 12,2% y 4,8%, respectivamente.

Londres solo logra a medias blindar la City

La aplastante victoria de David Cameron en materia de inmigración no se ha repetido en el frente de la Unión Monetaria. El premier británico solo ha logrado en parte su objetivo de blindar la City londinense como principal centro financiero de la zona euro. La Unión Europea se compromete por escrito a no discriminar a ningún país ni a ninguna empresa en función de su moneda, una promesa que Londres podrá invocar en caso de que alguna institución intente repatriar a la zona euro ciertos servicios financieros, como intentó el Banco Central Europeo con el multimillonario negocio de las cámaras de compensación y liquidación. Pero ese compromiso no destierra la amenaza porque el acuerdo también subraya que “los Estados miembros cuya moneda no es el euro no podrán impedir la aplicación de actos legales directamente vinculados al funcionamiento de la zona euro”.

Londres, además, no ha logrado ningún tipo de derecho de veto sobre un proceso de integración que con toda probabilidad seguirá avanzando y que podría acabar poniendo en peligro el papel de Londres como su principal mercado bursátil.

Londres también ha conseguido concesiones muy menores en las otras dos materias planteadas por Cameron. En competitividad, Bruselas promete, por enésima vez, unas simplificación reguladora para ayudar al empresariado.

Y en subsidiariedad, se ofrece la posibilidad de frenar la tramitación de una directiva si un 55% de los Parlamentos nacionales (16 de los 28 Estados miembros) plantean objeciones en un plazo de 12 semanas. Una tarjeta roja que Bruselas no teme porque parece imposible de sacar.

Archivado En

_
_