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Por qué Donald Trump no será el próximo presidente

El magnate de Nueva York ha roto todos los pronósticos de los mejores analistas. Desde julio de 2015 su popularidad se ha mantenido e incluso ha aumentado a pesar de haber insultado o descalificado a sus contrincantes (incluso su aspecto físico), insinuado que la mayoría de inmigrantes hispanos son criminales, haberse burlado de personas con minusvalías, declarado la guerra "política" a la familia Bush y Clinton, y haber sido grosero con numerosos periodistas. Trump se querella contra cadenas de TV, insulta a aliados de EEUU, cree que conseguiría que México financiara un muro en la frontera y elogia a Putin de manera torpe. No le parece importar que aliados claves de EEUU como Turquía y el Reino Unido le hayan declarado persona non grata.

El narcisismo de Trump no conoce límites. Pero el apoyo de 30% del electorado republicano tiene explicaciones lógicas. El multimillonario aprendió a manejar los medios de comunicación dirigiendo su famoso programa "The Apprentice". Ante sucesos graves, como el atentado terrorista de San Bernardino, se posiciona rápidamente, aunque sea con propuestas impresentables como su deseo de prohibir la entrada a musulmanes en EEUU. Los medios se ven obligados a cubrir sus intervenciones, y también hay que censurar que le están dando demasiado juego porque ha roto todos sus esquemas. Los medios están fascinados con su éxito y lo alimentan.

Su fortuna le asegura que se puede mantener en las primarias incluso si pierde las primeras (Iowa, New Hampshire, Carolina del Sur, Nevada). Pero aunque llegue a las primarias de marzo, Trump tiene muy difícil la nominación del partido Republicano. El establishment del partido sabe que Trump no tendría apenas ninguna posibilidad de batir a Hillary. Obama logró el 71% del voto hispano en 2012. Trump se ha puesto en contra a los hispanos. La coalición que construyó Obama se mantiene bastante intacta. Está integrada por votantes tradicionalmente demócratas como los miembros de sindicatos, los afro-americanos, y mantiene los hispanos, jóvenes y una mayoría del voto femenino. Trump es popular únicamente entre un porcentaje de la base republicana: personas enfadadas por su nivel de vida estancado o asustados por los atentados de EI. Consigue el apoyo del hombre blanco cuyos ingresos no aumentan y a quien Trump convence que todo se solucionará echando a los inmigrantes ilegales, armando a la población, bombardeando en Siria y aplicando sanciones económicas a aliados y adversarios económicos de EEUU. Aunque Trump consiga retener un 30% del voto republicano, la mencionada coalición que ha construído Obama hace prácticamente imposible que un hipotético candidato Trump por el partido republicano se alzara con los 270 votos del colegio electoral que se necesitan para alzarse como presidente. Además de perder todos los estados progresistas de las dos costas, los mencionados grupos asegurarán que Trump (o un candidato republicano radical) no consiga ganar estados clave como Florida, Ohio o Pennsylvania, sin los cuales no se llega a los 270.

Trump es un empresario mediocre que heredó el negocio de su padre. Su fortuna le permite financiar sus insultos y demagogia. Pero no será el próximo presidente de EEUU.

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