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Tribuna
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El baile del crecimiento económico global

En 2015, Barack Obama impulsó los intereses geoestratégicos y económicos de EE UU en Asia-Pacífico. En noviembre asistió a la 23 Cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) que reunió en Manila a los líderes de 21 economías de ambos lados del Pacífico. Luego voló a Kuala Lumpur para participar en las reuniones celebradas en el marco de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Los temas de seguridad y la lucha contra el terrorismo internacional preocupan especialmente. Los países del sudeste asiático, como Malasia, Indonesia y Filipinas, se sienten amenazados por la creciente influencia del islamismo radical en sus sociedades. También Pekín sigue atentamente la evolución política de los países fronterizos con las provincias de Xinjiang y Tíbet.

Pero los objetivos económicos y comerciales siguen siendo prioritarios. En la cumbre de APEC celebrada en 2014 en Pekín, un Barack Obama en horas bajas se mantuvo pragmático en un encuentro preparado para realzar las ambiciones políticas y económicas de Xi Jinping. Éste propuso la creación de una amplia área de libre comercio en Asia-Pacífico (FTAAP) para contrarrestar la iniciativa de Obama para constituir el Acuerdo Transpacífico (TPP) que negociaban 12 miembros de APEC, sin contar con China. En 2015, la situación cambió. La recuperación económica de EE UU ha sido confirmada, el 16 de diciembre, con la subida del tipo de interés acordada por la Reserva Federal. En cambio, la economía china se desaceleró afectando al resto de las economías asiáticas, sobre todo a los países exportadores de petróleo y otras materias primas, perjudicados por el freno de la demanda china. Y debilitó a otros países BRICS como Rusia y Brasil, hoy sumidos en una recesión económica, cayendo sus respectivos PIB un -4% en 2015. Sudáfrica crecerá solo un 1,5%. En cambio India, un gran importador energético crece un 7,5%, más que China.

Barack Obama juega con un as en sus manos. El 5 de octubre cerró la negociación del TPP que incluye EE UU y otros 11 países de Asia-Pacífico (Japón, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Méjico, Perú, Chile, Singapur, Malasia, Brunei y Vietnam). Y también Corea del Sur, Filipinas e Indonesia manifestaron interés por sumarse al TPP. En cambio, la propuesta china del FTAAP va para largo. EE UU pretende contrapesar la penetración económica de China, hoy el primer socio comercial de casi todos los países asiáticos y latinoamericanos.

Washington también juega una carta política. Las reivindicaciones territoriales de Pekín en los mares de China meridional provocan tensiones políticas y militares con los países vecinos del sudeste asiático. Éstos no quieren quedar a merced del coloso chino y buscan un reequilibrio estratégico impulsando la cooperación política y económica con EE UU. También con Japón, Corea del Sur y Australia. Se explica que Malasia, Singapur, Brunei y Vietnam hayan firmado el TPP. Unos movimientos que favorecen el pívot de EE UU hacia Asia-Pacífico, en detrimento del Atlántico. La UE debe reaccionar acelerando con EE UU las negociaciones del Acuerdo Transatlántico (TTIP).

Xi Jinping se muestra como un líder partidario del diálogo político y la cooperación económica. Y juega la baza financiera. Ofrece a sus vecinos asiáticos una generosa financiación internacional a través del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (AIIB) que arrancó en abril con 57 países como miembros fundadores. Destacan India, Corea del Sur, Indonesia y Australia. En cambio, EE UU y Japón no suben por ahora al carro chino. El nuevo Banco, con sede en Pekín, competirá directamente con el Banco Asiático de Desarrollo que tiene su sede en Manila y a Japón como su gran contribuyente financiero. El AIIB será un instrumento que favorecerá la internacionalización del yuan chino en las transacciones económicas. Un proceso reforzado por el FMI que decidió, el 30 de noviembre, la inclusión la divisa china en la cesta de monedas de referencia que determinan los derechos especiales de giro, con efectos a partir del 1 de octubre de 2016.

EE UU y China dirimen la gran partida estratégica del siglo XXI por el liderazgo de Asia-Pacífico. La UE-28, sin una clara estrategia asiática, es más bien un espectador. Sólo Alemania, Francia y Gran Bretaña intentan jugar sus propias cartas sin contar demasiado con Bruselas.

Jaume Giné Daví es profesor de ESADE Law School.

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