Financiar tus compras con tarjeta: tipos, costes y riesgos
Las tarjetas de crédito son un instrumento de financiación. A diferencia de las tarjetas de débito que cada compra es pagada automáticamente contra el saldo que tengamos en nuestra cuenta bancaria, en las tarjetas de crédito demoramos el pago y cada vez más fraccionamos y financiamos. Aun así, hay muchos consumidores que la utilizan para diferir el pago de las compras sin gasto. Muchos plásticos permiten diferir los cargos desde el día de la compra hasta el estipulado en el contrato (lo más normal el primer día de cada mes), pero justamente en esta época, es cuando se financian más las compras y también cada vez más, a un plazo más largo.
El coste de esta financiación viene estipulado por el tipo de interés que suele ser fijo aunque las entidades pueden reservarse en el contrato la posibilidad de cambiarlo, eso sí, informando de forma individualizada con una antelación mínima de dos meses, respecto de la fecha en que entre en vigor la modificación propuesta.
Pero este tipo fijo en muchas ocasiones se refleja en términos mensuales y no anuales, a diferencia de lo que pasa, por ejemplo, en los créditos y préstamos. Así por ejemplo, si te cobran un tipo de interés del 2% nominal mensual, te están cobrando una TAE del 26,82%. Esta TAE la tenemos de forma obligatoria en el contrato y es el punto esencial para saber cuál es el coste si decidimos fraccionar las compras y compararlo con otros productos de financiación como un préstamo.
Grandes diferencias de coste según el método de financiación elegido
El tipo de interés se aplica sobre las cantidades pendientes de abonar por lo que pagamos al finalizar la operación dependerá mucho de la opción de financiación elegida.
Las opciones más comunes que ofrece las tarjetas son:
- Fraccionar la operación durante un número de meses en una cuota fija en la que se incluyen parte del coste del producto que estamos financiando y los intereses. Con esta modalidad conocemos el final de la operación y controlamos mucho mejor el coste. Por ejemplo, debemos 600 euros y lo dividimos a pagar en 3 meses. La entidad financiera aplica los intereses por pagar en ese plazo y establece una cuota de 210 euros a pagar en ese plazo, quedando la deuda cancelada con el último pago.
- Pagar una cantidad fija al mes. Controlamos la cantidad pero no cuando vamos a finalizar la operación ya que dependerá si vamos añadiendo nuevas compras a nuestra tarjeta. El mayor riesgo es que la cantidad sea muy pequeña y con ello lo que paguemos principalmente sean intereses. En nuestro ejemplo de 600 euros y un tipo de interés del 2% nominal mensual (26,82% TAE), con una cuota de 30 euros, en el primer pago pagaríamos unos 12 euros de intereses y 18 de capital. Aunque mes a mes suba algo lo que pagamos en capital y disminuyan los intereses, el pago final resulta ser excesivamente costoso. Lo recomendable, pagar siempre lo máximo.
- Pagar un porcentaje sobre la deuda al mes. Parecido al anterior pero es la opción con más puntos en contra. Por un lado, desconocemos que vamos a pagar cada mes ya que dependerá del total de la deuda pendiente y además aunque no se sumen nuevas compras siempre irá quedando una cantidad pendiente que genera intereses.
Por ello, aunque sea cómodo, desde el punto de vista del coste las dos últimas opciones añaden un componente adicional de riesgo si elegimos pagar porcentajes o cantidades bajas. Puede darse el caso, dependiendo del importe que estemos financiando que esta cantidad ni cubra los intereses de la deuda. En este caso cada mes que pase la deuda será mayor generando problemas importantes para el consumidor. Por ello, usa la tarjea con inteligencia, compra lo estrictamente necesario y paga lo más que puedas y lo antes posible.