Las fusiones y el nuevo paradigma
El año que finaliza va a romper todos los récords conocidos en fusiones y adquisiciones corporativas. Es como si la crisis quisiera acabar con un guiño simétrico: la marca ahora superada se alcanzó precisamente cuando ésta comenzaba, en 2007. Los 4,35 billones largos de dólares en operaciones corporativas realizadas este año, a las que previsiblemente habrá que añadir más antes de acabar el ejercicio, incluyen un buen número de integraciones de gran tamaño. Al menos tres superan los 100.000 millones de dólares y no menos de una decena sobrepasa los 50.000 millones. Esa, el importante tamaño, es una de las características del actual proceso mundial de consolidación mundial. Es obvio que el elevado apalancamiento de ciertas corporaciones, y sus urgencias financieras, así como los asequibles precios en Bolsa son características que han animado las compras. Un marco dibujado también por la bajada de precios de las materias primas y la desaceleración de la demanda de las economías emergentes. Pero la característica más común es que las grandes corporaciones buscan hacer sus actividades más competitivas, en un contexto en el que las más maduras flaquean y a la vez llegan con fuerza nuevos negocios y formas diferentes de gestión a las que se suma más presión de los activistas. Nos dirigimos así a un cambio de paradigma empresarial que se va a extender y, además, en todos los sectores.