La inversión vuelve a tirar del PIB
El crecimiento de la economía en los 12 meses transcurridos de septiembre de 2014 a septiembre de 2015 ha sido del 3,4% en términos reales, ligeramente por encima del estimado por el Gobierno para el año natural de 2015, según los datos detallados por Estadística. Son tasas de avance aceleradas y poco usuales en Europa –donde las primeras economías avanzan a ritmos de 1%– y con bastante intensidad en la generación de empleo, que llega al 3,1% y unos 512.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. De hecho, estos números suponen un alto nivel de exigencia para poder ser replicados en los próximos años si no se produce un giro importante en el modelo de crecimiento que proporcione nuevos motores de generación de actividad. De hecho, para 2016 la estimación de crecimiento del Gobierno se limita al 3%, y la mayoría de las instituciones internacionales pronostican incrementos ligeramente inferiores a ese 3%.
Pero más allá de los datos sintéticos de la producción, hay que destacar tanto la solidez de la misma como su generalización por tipos de actividad y sectores, así como el carácter del avance. En primer lugar, todos los sectores crecen en tasa interanual, con la única excepción de las actividades financieras, y con desempeños superiores al 4% en la industria manufacturera, en el comercio y en la construcción. Y analizando el comportamiento de la demanda, a un acelerado crecimiento del consumo privado, que llega ya al 3,5% interanual, se suma un tirón del 6,5% en la inversión, donde los bienes de equipo registran valores superiores al 10%. Solo el crecimiento del gasto público (del 3%) comienza a ofrecer otra vez señales preocupantes para la solidez del crecimiento, especialmente teniendo en cuenta que este avance se destina más al pago de sueldos y gasto corriente que a inversión. La formación bruta de capital sigue alejada, no obstante, de los niveles previos a la crisis, pero en equipamiento empresarial ya los ha superado para atender la demanda de exportaciones que ha sustentado el crecimiento en los trimestres pasados. En construcción, la distancia es aún muy grande, pues supone un 80% del valor del año 2010, en el que ya la producción del sector había descendido desde los máximos.
Pero los indicadores que más pistas proporcionan sobre la calidad del crecimiento son los referidos a los costes laborales unitarios, que solo crecen un 0,1% en el año. Y lo hacen tan escasamente pese al fuerte avance del empleo y mientras que el deflactor del PIB (mejor instrumento para medir el comportamiento de la competitividad) avanza un 0,8%, aunque sin trasladarse al deflactor del consumo, que conserva tasas negativas. Los costes, en general, y los laborales, en particular, son las variables claves que no pueden corromperse en los próximos trimestres para mantener un avance de la actividad sostenible y sólida.