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Caroline Wakefield, directora general de Foodora para España

“Repartimos comida y tiene que llegar caliente”

"Nos centramos en la clientela que huye de la cocina rápida" "En la oficina voy rotando de sitio para estar siempre pendiente de todo lo que ocurre"

Manuel Casamayón

Ella misma lo reconoce: se aburre con mucha facilidad, y es por eso por lo que necesita tener constantemente un reto que llevar a cabo. Más aún en el ámbito profesional. Por el momento, ese lugar lo ha encontrado en Foodora. Caroline Wakefield (Madrid, 1979) es la directora general de esta startup alemana dedicada al reparto de comida a domicilio que aterrizó en España el pasado mes de marzo, “con la peculiaridad de que nos centramos en ese nicho de clientes que huyen de la comida rápida y buscan productos de calidad”. Y es ahí donde reside el reto que ansía Wakefield, en la dificultad que conlleva sobresalir en un mercado con tanta competencia como es el del reparto de comida a domicilio. Más todavía cuando se acaba de llegar y toca enfrentarse con empresas que llevan mucho tiempo asentadas. Las oficinas de la startup evidencian su reciente llegada a Madrid. Sobre las mesas de la sala están los ordenadores y todo lo necesario para llevar a cabo las labores del negocio. El resto del mobiliario espera empaquetado en cajas de mudanza.

En moto por Asia

Como la mayoría de empresas que empiezan, la oficina de Foodora está comenzando a asentarse. Cajas con folletos del negocio ocupan el suelo y en las mesas solo se ven los ordenadores necesarios para que todo funcione correctamente. A pesar de haber llegado hace poco, la distribución de la estancia ya está decidida.

Un espacio abierto y diáfano para que todos los departamentos puedan escucharse entre sí durante las horas de trabajo. En total, la plantilla es de 22 personas, “un equipo que he creado y del que me siento orgullosa”, y al que reconoce que dirige de for_ma estricta. “Soy muy exigente, y también lo soy con mi equipo. Vie_ne de mis ge_nes británicos”, explica esta ejecutiva que se crio entre Madrid y Londres. Aunque afirma que ese gen férreo es solo una de las partes, porque también tiene sus momentos tranquilos.

Fuera del trabajo saca su parte más “macarra”, como ella la define. “Me encanta patinar por la calle. Pero sobre todo, viajar”. Cuenta que en su domicilio tiene un mapa del mundo que va rellenando con chinchetas que clava en los lugares a los que va. “En verano me he hecho parte de Asia en moto, alquilando una en cada uno de los países que he visitado”.

En su día a día, en la actualidad, abunda todo salvo la rutina. No hay día en el que no tenga que llamar a tres o cuatro personas por trabajo. “Es lo bonito de una startup, que nada se repite”. Más si cabe en estos momentos, en los que aún están probando y buscando nuevos restaurantes que se ajusten a su perfil.

Pese a la dificultad y estrés de los primeros momentos, la ejecutiva tiene experiencia en impulsar negocios emergentes. Fue una de las primeras personas en ser contratadas por Google España, hace ya 12 años, dedicándose al marketing online. Más adelante, tras realizar un Master Executive Marketing en el IE Business School, fichó por PayPal, donde estuvo seis años. Durante todo este tiempo, Wakefield ya había lanzado dos pequeñas empresas, “que por desentendimiento de los socios acabaron cerradas”. Fueron momentos complicados para ella, ya que a pesar de que sus negocios estaban condenados a desaparecer y no generaban ingresos, continuó pagando a los trabajadores durante dos años.

Tras estos meses en el mercado español, Foodora trabaja con 98 restaurantes en Barcelona y con 157 en Madrid. Los planos de la Ciudad Condal y de la capital, divididos en los distritos en los que la startup opera, llenan una de las paredes de la nueva oficina. “Es una selección de establecimientos muy cuidada y cerrada”, afirma Wakefield. Algunos son el restaurante italiano Oven, Picsa, Steack Burger o MyPillow Restaurant.

Y además de la calidad de los restaurantes con los que la firma opera, otro factor de importancia, apunta, es el servicio. “Solo repartimos a, como mucho, tres kilómetros de distancia del lugar en el que se encuentra el local. Es fundamental que la comida llegue siempre caliente”, explica. Esta es una de las razones, dice, por las que la startup está ganando adeptos en Madrid y Barcelona. “Crecemos a un ritmo del 20% cada semana, y eso solo se consigue estando pendiente absolutamente de todo lo que pasa”.

Por eso, Wakefield es plenamente consciente de todo lo que sucede en el negocio, de las campañas de marketing, de los contratos de los nuevos repartidores o de las operaciones que lleva a cabo cada departamento. De hecho, cuenta cómo hace poco, mientras estaba en su casa por la noche, le avisaron a través de las redes sociales de que la página web no funcionaba correctamente. “Tuve que arreglarlo yo en el acto. En estos momentos toca estar siempre disponible”.

Como para trabajar solo necesita el móvil y el ordenador portátil, estas tareas son mucho más fáciles de llevar a cabo. Así, en las nuevas oficinas, en las que todas las mesas están juntas en una estancia diáfana, Wakefield no tiene un sitio fijo. “Ahora me siento con el departamento de marketing, pero voy rotando para estar siempre pendiente de todo lo que sucede”. Parece ser que, de momento, no se aburre.

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