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La destrucción de la clase media (2)

En la entrada del otro día sobre quién está pagando la crisis y quién no tanto me dejé (a posta) un aspecto importante: el nivel de estudios.En las cifras empleo y salarios del INE (en la Encuesta de Población Activa) se incluye el nivel de formación. Hemos oído mucho sobre las personas jóvenes y formadas sin acceso al mercado laboral. Verdad a medias: sí, hay una persistente cantidad de personas con educación superior que están cada vez más lejos del mercado laboral (aunque no tan jóvenes, como veremos), pero también un gran segmento de población sin apenas estudios que malvive entre el paro, el subempleo o las ayudas, candidatos claros a la exclusión social.

El paro se fue de 1,8 millones a finales de 2006 a alcanzar 4,85 millones en el tercer trimestre de 2015 (tras pasar por un récord de 6,3 millones). El paro entre universitarios pasa de 400.000 a 1,12 millones de personas en este periodo. La subida, del 180%, es superior a la del paro en general, y a la de otras etapas educativas.

Hay más cifras que hacen pensar en una bolsa de desempleo de nuevo cuño: de los 1,12 millones de parados con formación universitaria, más del 90% ya ha trabajado antes. De éstos, 380.000 llevan más de dos años en el paro. No obstante, en las personas con estudios superiores menores de 30 años el número de parados creció bastante menos: de 180.000 a unos 320.000, el 80%. Aunque, muy probablemente, ello se deba más a que optan por emigrar o seguir estudiando que porque encuentren trabajo.

Colectivos sin estudios

Para las personas con pocos estudios o sin ellos el paro también ha crecido, pero menos. En el colectivo de estudios primarios o inferior solo se duplica entre 2006 y 2015. Parte, no obstante, de tasas más altas y se registra en personas de difícil encaje en el duro mercado laboral de hoy. Los que conservan el trabajo viven estrecheces: El 17% de los trabajadores con estudios primarios (o ni siquiera eso) están en el decil inferior, en el que el salario mensual medio es de 411 euros (muchos, a tiempo parcial). Otro 17% está en el siguiente decil donde el salario medio es de 819 euros.En otras palabras, en la etapa de la burbuja, gracias a la demanda de empleo poco cualificado, las personas con estudios primarios situadas en los deciles más bajos eran menos (y, además, estos deciles implicaban salarios más altos, como vimos el otro día). Ahora ya no, y toca aceptar cualquier cosa. Pero no solo son personas sin estudios. En estos dos deciles inferiores hay otro millón de personas con educación secundaria (primera etapa)

 Hay 450.000 personas con formación básica (o sin ella) que llevan más de un año paradas (el 68% de los parados con este nivel de formación). Cabe pensar que las personas de poca formación, experiencia en empleos de baja cualificación e ingresos escasos (que implican escasa capacidad de ahorro y menor protección por desempleo) son candidatos a la exclusión social. La EPA también ofrece datos sobre los hogares sin fuentes de ingresos, pero estos datos no se cruzan (o yo no sé cómo) con los de formación. .

En 2006 había 66.000 hogares con tres o más miembros (podemos aventurar que la inmensa mayoría, con niños) en los que no entraba dinero en casa. En 2015 son 200.000. En total, hay 700.000 hogares en España sin ingresos, frente a los 358.000 de 2006. Además, en España hay 1,9 millones de hogares en los que la persona de referencia está en paro (unos 500.000 en 2006), y en 800.000 de ellos esta persona no convive con ningún perceptor de ingresos.

En cuanto a la mejora del mercado laboral, entre principios de 2014 y el tercer trimestre de 2015 el paro se ha reducido en un 20%. El paro de larga duración (más de dos años) lo ha hecho menos, en un 12%. El recorte ha sido más acusado en las personas sin apenas formación, probablemente a costa de encontrar los llamados subempleos: tiempo parcial, temporalidad extrema y salarios bajos. Entre los universitarios parados de larga duración el descenso ha sido de apenas el 5%.

Así pues, la idea de la destrucción de la clase media tiene una parte de verdad: hay una bolsa de paro nueva y relevante, de varios centenares de miles de personas con formación universitaria y con muchos meses fuera del circuito del empleo. Pero hay otra bolsa, más numerosa, de personas que, en el mejor de los casos, ganan salarios de subsistencia.

Ya saben que la pobreza, y concretamente la pobreza infantil es una de mis obsesiones. Probablemente porque son situaciones injustificables desde el (habitualmente falsario) argumento de la meritocracia o el esfuerzo, y sobre las que hay evidencia de que la intervención pública, además de moralmente imperativa, es eficaz y rentable a medio plazo.

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