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Anticoagulantes y oncológicos, los más afectados

Medicamentos vetados por su precio

Fármacos con visados? Sí, en España hay una gran cantidad de medicamentos que están sometidos a trabas administrativas o visados que impiden a los médicos administrárselos a los pacientes de la sanidad pública por su alto precio. Aunque el último año la crisis más sonada ha sido la suscitada con el fármaco para la hepatitis C, los anticoagulantes de nueva generación, los nuevos fármacos para el cáncer o para enfermedades del corazón y el VIH y dispositivos tipo marcapasos o desfibrilador sin cables están vetados, lo que según Nicasio Pérez Castellano, presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “limita bastante la práctica clínica.

Es obvio que los presupuestos son limitados, pero “se ha reducido el gasto sanitario a costa de ahorrar en la factura de farmacia”, dice Vicente Bertomeu, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital de San Juan de Alicante. Craso error. Porque haciendo una inversión fuerte en vacunas para la hepatitis, por poner un ejemplo, baja el gasto sanitario a medio plazo, aclara Bertomeu. “Pero claro, las comunidades autónomas cuadran los presupuestos año por año”.

Anticoagulantes

Los nuevos anticoagulantes orales (entre ellos, el rivaroxabán, de Bayer, o el apixabán, de Bristol Myers Squibb y comercializado por Pfizer) son uno de los caballos de batalla. Está demostrado que son tan buenos como el Sintrom y más seguros, ya que no solo reducen el riesgo de embolias y trombosis de los pacientes con fibrilación auricular (sin prótesis), sino también de hemorragias a veces muy graves, asegura Pérez Castellano. Pero sobre todo son más cómodos de tomar, facilitando la vida al paciente.

Estos fármacos evitan los análisis mensuales (como el Sintrom) para ajustar el tratamiento (muy complicado porque hay que partir estas minúsculas pastillas hasta en cuatro) y no se altera el efecto con la dieta o la toma de otros fármacos. Es más, en la sanidad privada son habituales.

El problema radica en que el SNS solo los cubre en supuestos muy protocolizados, que las comunidades restringen aún más. Madrid es una de las más restrictivas. Además de exigir un nivel muy alto de riesgo embólico, los pacientes tienen que tratarse primero seis meses con Sintrom y, si les va bien, es muy difícil sustituirlo por los nuevos. Eso sí, el Sintrom cuesta unos céntimos al día mientras que los nuevos, unos 100 euros al mes.

Los visados son una medida de control que se creó para los productos no urgentes, comenta Bertomeu, como las vacunas para las alergias o los pañales para los pacientes. Pero no es extrapolable a la medicación urgente. “No puede estar pendiente de un trámite administrativo porque los pacientes pueden morir”. Sobre todo teniendo en cuenta que hay fármacos igual de caros, como los aerosoles, que no tienen visado. El motivo es que no se toman de por vida.

“No todos los pacientes se adaptan al protocolo”, apunta Pérez Castellanos, quien asegura que ahora “el médico tiene menor autonomía que antes de la crisis”. Son cuestiones económicas pero también políticas, “porque no es lo mismo aspirar a un sistema sanitario de mínimos que pleno”.

fármacos para el cáncer

Javier Salvador, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), destaca que el tiempo transcurrido desde que la Agencia Española del Medicamento aprueba un tratamiento hasta que le llega al paciente es de unos 24 meses de media. Un estudio en el que se analiza la implantación de 11 fármacos innovadores (entre ellos, Pertuzumab Nab-Paclitaxel, Denosumab, Ipilimumab, Abiraterona, etc.) para el cáncer de mama, melanoma, metástasis ósea, próstata y pulmón en 144 hospitales del Sistema Nacional de Salud de las 17 autonomías pone de manifiesto que el 37,8% de los centros analizados detectan barreras importantes para adoptar los nuevos tratamientos.

Las más destacadas son los retrasos en la aprobación de las comisiones autonómicas, la falta de presupuesto hospitalario o a la restricción de los tratamientos a casos excepcionales, entre otros, aunque, según resalta Salvador, la obligación en muchos hospitales de elaborar un informe individual para cada paciente es algo muy llamativo porque obliga al médico a buscar otras alternativas. Hasta 50.000 euros pueden costar estos tratamientos, como en el caso del melanoma, con un duración de cuatro meses. Pero los otros más baratos, entre 600 y 1.000 euros mensuales.

marcapasos sin cables

Los dispositivos tecnológicos avanzados, como el marcapasos o desfibriladores sin cables, también llegan más tarde al sistema público de salud o son rechazados. Todo pese a que evitan infecciones y roturas por los cables y no necesitan invadir el sistema vascular del paciente. Pero claro, la diferencia de precio con los convencionales (con cables) es de unos 3.000 euros.

En las enfermedades neurológicas, Ángel Berbel, coordinador del grupo de estudio de farmacología de la Sociedad Española de Neurología, afirma que “al final consigues los fármacos que quieres, aunque la burocracia es muy lenta y hay inspectores muy puntillosos”. Los tratamientos de neurología pueden costar hasta 18.000 euros al año.

El lugar de nacimiento decide

17 comunidades autónomas y 17 realidades. Así describe Salvador las diferencias que existen en España a la hora de acceder a los tratamientos. Una asignatura pendiente porque la región donde reside el paciente le da opción a tratarse con fármacos de nueva generación o no. De hecho, en Madrid es más fácil acceder a los tratamientos oncológicos que en Andalucía, porque cada autonomía tiene una guía de aplicación diferente. Se dan casos donde en distintos hospitales de una misma comunidad hay diferencias de acceso. Lo mismo ocurre con los anticoagulantes. Así, en Cantabria tienen el doble de penetración que en Asturias. Pero en Madrid y Cataluña es donde existe el menor índice de penetración.

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