El chollo de la desinflación ha terminado: sube el consumo, suben los precios
Ha vuelto el consumo, ha vuelto la inflación. La vieja economía: cuando la demanda presiona, la oferta aprovecha la calorina y sube los precios. La ignorancia económica: ganar más con precios más altos, a consta de engordar el monstruo destructivo de la inflación. El chollo de precios a la baja y renta real creciente empieza a acabarse. La efímera virtud de la crisis, desaparece.
Un vistazo a las curvas paralelas de las ventas del comercio minorista y la inflación subyacente (la que excluye precios de la energía y la alimentación fresca) ilustra el comportamiento tradicional de la economía en España, y deja claro que los riesgos de deflación están muy lejos de la economía española. Nunca lo ha habido, pero ahora tenemos la evidencia de que España, sus agentes económicos, aman la inflación profundamente. Siempre que se puedan subir los precios, se suben, en la creencia de que es la manera más rápida de engordar los ingresos y los beneficios reales. Problema de educación financiera.
El consumo lleva un par de años en tasas interanuales positivas, seguramente de la mano de la recuperación del empleo y de la pérdida de temor al futuro, lo que viene siendo una mejora generalizada de las expectativas. Pues bien, con el lógico decalage de dos o tres trimestres, los precios en España, aquellos que se forman dentro de las fronteras y sin presión de la competencia, han empezado a subir y a dibujar una curva perfectamente paralela con la variación del consumo de los hogares.
La inflación subyacente está en el 0,9% positivo, mientras que la inflación general está en el 0,7% negativo, casi dos puntos de distancia, algo realmente inaudito. Por tanto, la estabilidad de los precios en España es solo nominal, es solo supuesta. Si el petróleo volviese a los ochenta dólares, o se mantuviese donde está otro años más, la tasa de inflación general escalaría por encima del 1,5% de manera súbita, y la ganancia de poder real de compra de los salarios y las pensiones se esfumaría.
Este movimiento de causalidad entre consumo y precios subyacentes es consecuencia del comportamiento enfermizo de los agentes económicos en España, acostumbrados a considerar a la inflación como el mejor amigo del hombre, en vez de repudiarla como el más agresivo de los disolventes de la riqueza, especialmente de la de quienes dependen de un sueldo o una prestación pública.
Y ahora este comportamiento no tiene pase: hasta la entrada en el euro era posible sólo porque las sucesivas devaluaciones de la peseta absorbían y enjugaban las pérdidas de competitividad generadas por la acumulación de inflación. Pero ahora eso es imposible, y una acumulación de alzas de precios no acompañadas de avances de la calidad del producto o servicio o de la productividad del trabajador, generará pérdida de competitividad, pérdida de mercado, pérdida de empresas y de empleo. Tiene que ser, por tanto, combatida con moderación de los salarios (costes) y de los precios para no dañar ni el empleo ni la riqueza personal.
Esta especie de chollo que ha supuesto los precios bajos por la presión de la crisis, esta especie de virtud económica sobrevenida por la maldad de la crisis, se va a esfumar en los próximos trimestres, y hay que hacer lo posible por preservarla. Nos va la buena marcha de la economía: Si no lo hacemos volveremos a las andadas de los primeros años del siglo, con boquetes en la competitividad que cuestan empleo y riqueza.