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A fondo

Un órdago a la banca para que triunfe la ampliación

Santiago Seage, consejero delegado de Abengoa.
Santiago Seage, consejero delegado de Abengoa.

El consejero delegado de Abengoa desde mayo, Santiago Seage, ha diseñado una estrategia para reflotar la compañía con casi todos los visos para tener un final feliz. El desembarco de Gonvarri –léase Corporación Gestamp, líder europeo en la industria de componentes de automóviles y con tentáculos en energías renovables y en el sector del acero– es un balón de oxígeno que además pone a la banca contra la espada y la pared. En esta partida de cartas, Abengoa tiene la mano ganadora.

La condición del nuevo inversor es resolver de cara a los próximos dos años el colapso de liquidez que sufre el grupo sevillano. Los bancos le han ido cerrando el grifo del efectivo desde que arrancaron los problemas el pasado julio, hasta poner en riesgo su operativa del día a día. El análisis de KPMGde hace tres semanas reveló una necesidad de cash por 250 millones. Los bancos instaron a la empresa a que presentara una propuesta con un plan de negocio que respaldara esa petición. Pero nunca se les llegó a enseñar un papel concreto.

Abengoa quería mucho más. Por un lado, más liquidez y por otro la garantía de que la ampliación de capital de 650 millones de euros llegaría a buen puerto. Este último movimiento es un elemento de presión adicional a las entidades financieras. Si no prestan la liquidez, no habrá ampliación, clave para el futuro del grupo y para que pueda devolver sin problemas su pasivo.

Los Benjumea quedarán definitivamente arrinconados en la nueva estructura de Abengoa. Si en un principio Inversión Corporativa iba a conformarse con un máximo del 40% de los derechos de voto del grupo, con el nuevo movimiento quedarán diluidos hasta el entorno del 20%. Hasta ahora la familia andaluza ejercía un control total sobre el grupo, con el 57% de los derechos de voto.

La reunión decisiva, salvo cambios de última hora, tendrá lugar el miércoles. Gonvarri, el brazo a través del que Corporación Gestamp ejecutará la entrada en Abengoa con el 28% de los derechos de voto, exigirá a los grandes bancos españoles y a los colocadores y aseguradores de la ampliación más de 1.000 millones de euros –fuentes conocedoras de la situación indican que la cifra rondará los 1.250 millones–, a cambio de inyectar 350 millones de capital puro y duro.

Es posible que haya reticencias en una parte de la banca, que ya realizado varios esfuerzos por Abengoa, pero a los hermanos Riberas Mera, Francisco y Jon –insignes españoles en la revista Forbes–, es muy improbable que les nieguen el dinero que piden. Ymás improbable todavía si Corporación Gestamp se presenta como el nuevo gran avalista de la nueva Abengoa.

Los resultados de la compañía sevillana se conocerán esta semana, y la primera fase de la ampliación por 250 millones de euros, que supondrá la dilución de los actuales accionistas al ejecutarse sin derechos de suscripción, tendrá lugar en cuanto las entidades den luz verde al paquete de liquidez. Es decir, esta semana o la próxima. La segunda parte de la ampliación, ya con derechos, deberá recaudar en términos reales los 235 millones de euros, pues 100 correrán a cargo del nuevo inversor y otros 65, a cuenta de la gestora estadounidense Waddell & Reed.

El desembarco de Gonvarri implica en definitiva un balón de oxígeno que, salvo sorpresa mayúscula, garantiza que la ampliación llegue a buen puerto antes de final de año. Las sinergias entre ambas compañías son además notables. De entrada, serán colaboraciones en segmentos de negocio comunes, como el de energías renovables, que podrán ampliarse a medio plazo.

Los accionistas de Abengoa, aunque no pueden tirar todavía las campanas al vuelo, disponen al menos de visibilidad en la compañía. Ahora es el momento de desarrollar el plan y reducir la deuda, cuyo gasto (437 millones de euros) se comió entre enero y junio el 99% de su resultado operativo.

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