“La corbata ha sufrido mucho con la crisis”
Cuenta con nueve tiendas entre España y Colombia Las chaquetas las confecciona en Nápoles
Antes de trabajar rodeada de perchas con vistosas prendas masculinas, fue auditora de banca en Italia, donde trabajó durante unos años para Deloitte. Pero en la vida de Alejandra Brizio, nacida en Santa Fe (Argentina) hace 51 años se cruzó el español Fernando Durbán, al que conoció en Roma, y se trastocaron todos los planes profesionales de esta economista, a la que tampoco le entusiasmaba en exceso esta disciplina. “Soy mucho más creativa que administrativa, me gusta jugar con la imaginación”, afirma. Dejó todo y se instaló en España, donde la pareja montó en 1994 la Antica Sedería D’Italia, una corbatería que más tarde, en 2001, fue el germen de SOLOiO. “En aquel entonces teníamos un solo producto, que era muy demandado, pero llegó la crisis y la empezamos a notar sobre todo en el ánimo de los hombres”, recuerda esta ejecutiva, en su despacho del madrileño barrio de Salamanca, que además de creativa confiesa ser una gran experta en análisis.
Fue en ese momento, en 2008, cuando decidieron, ella y su marido, los únicos socios de la empresa, cambiar de estrategia. “Los fenómenos sociales son la clave para entender este tipo de cosas, y entendimos que al cliente hay que sorprenderle todas las temporadas. La corbata empezaba a sufrir, ha sufrido mucho con la crisis, y apostamos por un nuevo modelo de negocio”. Abandonaron este complemento como producto único y apostaron por la moda masculina, “de calidad”, en su mayoría made in Italy, salvo algunas prendas elaboradas en Portugal y en Rumanía.
Las chaquetas se confeccionan en Nápoles, los cinturones en Milán... “Buscamos artesanos porque nuestra filosofía es la de calidad extrema con precios contenidos. Fabricamos en Italia porque es un mercado que conozco bien, aunque el calzado y los cinturones los hacemos en Mallorca y los tirantes en Elche”. También en España montan los gemelos.
De momento, SOLOiO cuenta con ocho tiendas España (Madrid, Valencia y Oviedo), una en Bogotá (Colombia) y este mes abren en Santiago de Chile. En cuanto al perfil de cliente, Brizio asegura que siempre piensa en la prestancia de un señor de cien años pero a la vez en la lozanía de un chico de 15 años. “Me gusta aquel que tiene espíritu alegre, con personalidad, al que le gusta descubrir cosas”, dice esta empresaria, de discurso, maneras y sonrisa elegantes.
Define el “vestir como la forma más cercana de aproximarse al arte, con la que cada persona se expresa a diario, y si se descuida es porque todavía esa persona no se ha descubierto”. En SOLOiO, empresa con intención de seguir manteniendo su condición de familiar, a pesar de las ofertas que reciben de compra, trabajan 63 personas y tienen previsto facturar este año seis millones de euros.
“Esperamos crecer más, pero no queremos perder, con el desarrollo global, la exclusividad. El año próximo abriremos en Miami, queremos estar en destinos donde el hombre se divierte, en sitios de referencia, lo que no queremos es masificar”, añade. En cuanto a la rentabilidad, afirma que con las corbatas lo fueron, y ahora, “con la estructura montada”, empezarán a serlo.
Cree que en uno de los puntos en los que deben mejorar es en los procesos de compra. “Siempre hemos tenido una calidad alta con precios contenidos, y ahora que SOLOiO es conocido tenemos que trabajar mejor los puntos de origen”. Para Brizio el ritmo que sigue la empresa es el correcto: “no tenemos ninguna prisa, buscamos las ubicaciones con paciencia, han de ser muy buenas, por eso en Barcelona no tenemos tienda porque no encontramos un buen local”.
El test de personalidad
Para entrar a trabajar en SOLOiO hay que pasar un examen de personalidad, que prepara la propia Alejandra Brizio y que ha de ser respondido en una hora. “Las personas que pasan este test son generosas, muy activas, creativas, con ganas de hacer un buen camino, que respetan las reglas...”, señala esta empresaria, que cree en la horizontalidad de las empresas, así como en los tacones que siempre lleva puestos. “Me siento mejor cuando los llevo. Lo que hago no lo concibo como trabajo, me divierto tanto, y ahora que estamos en ese momento en el que la empresa va a ser rentable, espero reorganizarme mejor”. Lo dice porque, muchas veces, ha de trabajar desde casa para poder compartir tiempo con sus hijos. Y reconoce que trabajar con su marido no le supone trastorno alguno.
“Mis padres, que tenían negocios agropecuarios, siempre han trabajado juntos, y nunca los he visto discutir”. Fernando Durban se ocupa de los temas financieros, y ella de la parte creativa. De ahí que necesite tener cerca toda la colección de moda de la temporada siguiente a la que está en tienda. “Tengo que tenerlo todo a la vista”, afirma Brizio. Como las cajas de color negro, blanco y gris, en las que guarda todo su desorden;o las margaritas amarillas que decoran su mesa de trabajo, que ha de ser blanca, como la que utiliza para las reuniones. Al lado del ordenador siempre tiene una abeja que le hizo su hija Alejandra.