El autónomo y la elección de su gestoría
Una de las primeras cuestiones que tiene que tener muy clara la persona que se plantea emprender un negocio o actividad como autónomo es que conlleva muchas más obligaciones fiscales y administrativas que trabajar para una empresa y cobrar una nómina.
La liquidación de los impuestos y cargas sociales que pagamos deja de ser algo “automático” que nos viene en la nómina, para ser una carga de trabajo que debemos asumir. Si la declaración del IRPF de cada año ya supone verdaderos quebraderos de cabeza para un trabajador por cuenta ajena, al autónomo se le complica aún más, teniendo que llevar su contabilidad para poder declarar, según el sistema que utilice.
A ello se le suma el pago mensual de la cuota a la Seguridad Social del autónomo, declaraciones trimestrales de IVA e IRPF y un variado número de gastos y gestiones según el tipo de actividad.
Mucho se habla de la importancia de hacerse emprendedor y crear nuestra propia empresa (o empleo), pero no tanto de la importancia de adquirir una formación previa como empresario del propio negocio. En España hay 1.977.277 trabajadores autónomos personas físicas (datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social a 30 de junio de 2015), de los cuales 1.555.602 (más de un 78%) no tiene empleados a su cargo, es decir, son autoempleados. Estos autónomos que “crean” su propio trabajo son muy valiosos para una economía con tasas de paro de más del 20%, pero se enfrentan a una situación jurídica que les otorga menos derechos laborales que un trabajador y muchas más obligaciones. Aprender a ser autónomo requiere de una formación previa que muchos no tienen; esta falta de conocimientos específicos de lo que representa ser empresario supone muchos errores que pueden salir muy caros.
Acudir a una buena asesoría es una condición necesaria, pero no suficiente, para evitar hacer en muchos de los errores que nos esperan en el camino. En primer lugar, porque cuando contratamos una gestoría que “nos lleve los papeles”, normalmente no estamos contratando a un asesor integral. Normalmente, gestionan nuestra contabilidad y nos liquidan los impuestos trimestrales, pero los servicios adicionales hay que pagarlos. Lo primero, por tanto, es pactar por escrito qué servicios aporta la empresa externa, para evitar malos entendidos.
Tengamos en cuenta que nos conviene tener un asesoramiento personalizado para saber optimizar nuestra factura fiscal, no pidiendo que la gestoría haga que paguemos lo mínimo, sino sabiendo muy bien que gastos desgravan, qué operaciones nos conviene más hacer, si es mejor operar como sociedad, etcétera. Un análisis fiscal dinámico que no suelen hacer las gestorías en sus servicios estándar. No hablemos ya de los autónomos que se creen que todas las facturas de gasto son deducibles, exigiendo al gestor que le compute gastos personales y familiares. Este autónomo puede creer que su gestor es muy bueno si se las incluye, pero en realidad le está generando un coste fiscal futuro cuando tenga una inspección.
La información que nos proporciona la gestoría de las novedades fiscales y legislativas es un valor añadido a tener muy en cuenta. Pensemos que las obligaciones (y algunos derechos) del autónomo varían a lo largo del tiempo; si se nos informa puntualmente, podemos tomar mejores decisiones que nos ahorrarán dinero, tiempo o problemas.
Por otro lado, el autónomo también tiene obligaciones laborales varias, de prevención de riesgos, gestión de la protección de datos personales, sobre múltiples temas jurídicos, necesidad de asegurar determinados riesgos (por ejemplo el de responsabilidad civil, vehículos de la actividad, naves industriales…), etcétera. Valorar un despacho que le pueda ofrecer un servicio integral es muy importante, dependiendo del alcance de nuestra actividad. Cada actividad tiene sus propias características y obligaciones; hay que valorar si vale la pena contratar una gestoría especializada en nuestro sector, en lugar de una generalista. A mayor especialización, se supone que mejor gestionará nuestras necesidades.
Interesante también son las herramientas que el gestor ponga a disposición del autónomo. Por ejemplo, un espacio online donde subir las facturas o consultar el estado de sus tributos y gestiones.
Todo ello, sin embargo, no supone que el autónomo desatienda su formación como empresario: una buena gestoría es un gran aliado, pero la guerra la vive el profesional en su día a día.
Asesores tradicionales o gestorías online
Para Miguel Fernández de Xuntos Economistas, la asesoría ha de proporcionar un servicio que vaya más allá de la mera gestión de impuestos. Se trataría de combinar la personalización de servicios a medida del cliente, el trato cercano y de confianza de una asesoría clásica, con la utilización de medios telemáticos que permitan el envío y gestión online de la documentación del autónomo. En palabras de Miguel Ferández “en un marco actual con una Administración cada vez más exigente, el cliente precisa un mejor asesoramiento y confianza, lo que podríamos entender por asesoría tradicional al uso ha dejado paso hoy a un modelo nuevo, más ágil, flexible y tecnológico, sin que por ello se deba perder calidad, servicio, y cercanía.”
Remo Domingo, director de la empresa online iAsesoria.com, nos explica que las gestorías online ofrecen al autónomo la fiabilidad de un buen equipo de asesores a su disposición, la comodidad de no tener que desplazarse a su asesoría tradicional para enviar su documentación, la puesta a disposición de herramientas online para su gestión administrativa y la versatilidad en las comunicaciones con su asesor.
Concluye Remo Domingo que los asesores del siglo XXI tienen que evolucionar a "socios y consultores" de la empresa; el autónomo o Pyme debe tener una imagen clara de su actividad y sus cargas fiscales, buscando el asesoramiento fiscal, laboral y contable que precise.
La asesoría “tradicional” se está reinventando hacia un tipo de empresa que suponga para el autónomo poder contratar un equipo de asesores que vaya mucho más allá de la presentación de impuestos.