Carney expone la causa pro UE
El Sheldonian Theatre de la Universidad de Oxford es un lugar ideal exponer la opinión de la clase dirigente británica a Europa. El edificio es un prototipo británico, situado en el corazón de la ciudad donde estudiaron la mayoría de los líderes del país. Arquitectónicamente, el Sheldonian es también barroco clásico, que es es continental.
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, abrió su discurso allí con una advertencia explícita. No estaba, dijo, ofreciendo una “evaluación completa” de si “estar en Europa” era una buena idea. Como banquero central de Reino Unido, se preocupaba por los asuntos monetarios y financieros.
La causa euroescéptica encuentra la simpatía de muchos de los que caminan por los pasillos del poder británico
Aun así, con un referéndum sobre el tema a la vuelta de la esquina, su presentación de muchos pros económicos y unos tentativos contras pareció a todo el mundo el respaldo firme de un hombre sensato en una posición de liderazgo. Es cierto, Carney es canadiense. Pero eso puede hacer que sea un portavoz más útil para la clase dirigente británica.
Los argumentos de Carney son familiares para los economistas. Unos mercados más grandes son mejores y Reino Unido se ha beneficiado más que la mayoría de un comercio más libre de bienes, servicios, trabajo y capitales en la UE. Las tensiones de la zona euro, asegura, ensombrecieron algo las finanzas británicas. Llegó a la conclusión de que lo más probable es que una salida de la unión hiciera que la economía británica y su sistema financiero fueran menos prósperos, sin lograr frenar la volatilidad.
La campaña anti UE llega a una evaluación diferente. La causa euroescéptica encuentra la simpatía de muchos de los que caminan por los pasillos del poder británico –tanto de la derecha como de la izquierda–. Pero Carney, Osborne y David Cameron –el ministro de Finanzas y el primer ministro británico– están tomando una postura más clara y lógica a favor de pertenecer a la UE. Sus opiniones tienen peso, especialmente cuando se unen a la mayoría de los capitanes de la industria las finanzas británicas y a una serie de distinguidos políticos extranjeros, al aceptar la pertenencia a la UE.