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Rajoy se carga la reforma del Pacto de Estabilidad

El mandoble del Gobierno español al comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, ha destrozado la principal reforma del Pacto de Estabilidad tras la crisis de la zona euro.

Para bien o para mal, la negativa del Gobierno español a seguir las instrucciones de la Comisión Europea (recogidas ayer en un dictamen oficial) se ha cargado uno de los de los instrumentos más poderosos de Bruselas para garantizar la disciplina dentro de la zona euro: la revisión por adelantado de los presupuestos generales.

A raíz de la crisis, Bruselas logró la potestad de pronunciarse sobre los proyectos de Presupuestos Generales antes de que fuesen aprobados por los respectivos Parlamentos nacionales, para poder influir en su tramitación y forzar las correcciones que estimase necesarias.

Era una vieja demanda de la Comisión Europea, que hasta entonces sólo podía pronunciarse a posteriori, cuando los derrapes presupuestarios ya se habían consumado. Hace tres años, en plena debacle de la zona euro, los ministros de economía finalmente concedieron a la Comisión la nueva potestad. Pero el juguete le ha durado poco a la CE.

La resistencia de España a obedecer anula de facto el ejercicio de supervisión de la Comisión y hará casi imposible que el organismo europeo pueda reclamar cambios a otros países si deciden invocar el precedente español para negarse.

El instrumento quedará así inutilizado, como ya ocurrió en 2003 con el Pacto de Estabilidad cuando Alemania y Francia se negaron a acatar la advertencia de Bruselas sobre su déficit. La Comisión ya no pudo llamar a nadie la atención hasta que no se reformó el Pacto y se puso de nuevo en marcha.

El destrozo afecta ahora a la reforma de ese Pacto tras la crisis de la zona euro y en particular a la revisión por adelantado de los Presupuestos Generales. El nuevo mecanismo de vigilancia se utilizó por primera vez para las cuentas de 2014. Y desde entonces, ejercicio tras ejercicio, la Comisión ha concluido lo mismo en relación con España: existe "riesgo de incumplir" los objetivos de déficit previstos.

El dictamen para 2016 llega a la misma conclusión. En ese sentido, no hay ninguna novedad, a pesar de los aspavientos que ahora provoca el riesgo de incumplimiento por la inminencia de las elecciones. La gran diferencia es que este año el Gobierno, por primera vez, se ha negado abiertamente a revisar las cifras a pesar de que Bruselas se lo pide.

Tanto el presidente del Gobierno como su ministro de Economía, Luis de Guindos, han reaccionado a la petición de la Comisión como si se tratase de una previsión. Y se han limitado a asegurar que España cumplirá sus objetivos

La reforma del Pacto también otorga a la Comisión la posibilidad de castigar esa indisciplina (con multas equivalentes al 0,2% del PIB). Pero el Gobierno de Mariano Rajoy ha logrado esquivar la amenaza y salir indemne de su encontronazo con Moscovici.

Madrid ha contado con la inestimable ayuda de Alemania que, para sorpresa de unos y otros, ha defendido el derecho de Rajoy a mantener sus Presupuestos a pesar de que la CE no los considera plenamente compatibles con el Pacto de Estabilidad.En la ecuación ha pesado sin duda el calendario electoral español y el hecho de que la canciller Angela Merkel y el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, sean del mismo partido que Rajoy (PPE).

Pero Berlín también ha aprovechado la ocasión en interés propio, para asestar un golpe, otro más, a la dañada credibilidad de la Comisión Europea, un organismo del que Alemania no se fía, sobre todo, en relación con la supervisión presupuestaria. Schäuble no deja pasar ninguna oportunidad para desautorizar a la Comisión, bien por blanda o, como en este caso, por ser dura con quien, a juicio del ministro, no se lo merece.

Pero la jugada hispano-alemana no ha desautorizado sólo a Moscovici. La maniobra ha amputado también una de las armas de las que se había dotado Bruselas para influir en los trámites presupuestarios y evitar que las desviaciones de 3.000 o 7.000 millones de euros se descubran cuando ya ha terminado el ejercicio... o cuando el Gobierno de turno ya se ha marchado a su casa.

A cambio, Berlín ha logrado dejar claro dos cosas: que la autoridad presupuestaria no es Moscovici sino Schäuble. Y que el Pacto de Estabilidad sólo se aplica a rajatabla cuando lo dice Alemania. Todo muy riguroso, legal y democrático.

Foto: L'Iber, museo de los soldaditos de plomo, Valencia (B. dM., mayo 2012).

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