La potencia de tiro de SABMiller
La potencial adquisición de 100.000 millones de dólares de SABMiller, por parte de Anheuser-Busch InBev está levantando una tormenta. Han pasado tres semanas desde que se conoció que la compañía estaba considerando la operación. Hasta la publicación de los resultados del segundo trimestre de SABMiller ayer, los accionistas no tenían nada más que evaluar. Sin embargo, esta actualización de datos aparentemente ordinaria aumenta las expectativas.
El momento de la actualización habrá cogido al supuesto postor –y a todos los demás– por sorpresa. SAB tenía previsto emitir los resultados la semana que viene, justo cuando expira el periodo de gracia de la preadquisición.
La cervecera envió un claro mensaje a sus postores sobre el crecimiento de la compañía
Entre las líneas de la cuenta de resultados, SAB también envió un mensaje inequívoco a los postores sobre el crecimiento. Alan Clark, director ejecutivo del fabricante de cerveza de origen sudafricano, utiliza la palabra que empieza por C seis veces en tan solo tres frases cortas en el preámbulo del comunicado. Clark telegrafía una arraigada intención de SAB de optar por la línea más dura posible en las negociaciones sin llegar a ser activamente hostil.
Los gestores de SAB corren el riesgo de pasarse de listos. Es cierto que las cifras del segundo trimestre publicadas muestran un buen crecimiento subyacente en América Latina y África. En este último continente los ingresos netos de SAB –las ventas antes de impuestos especiales– se elevaron un 11%–. En Asia-Pacífico y Europa las ventas fueron menos impresionantes, mientras que en América del Norte –donde SAB tiene una empresa conjunta con Molson Coors– los ingresos se contrajeron. El aumento en los ingresos subyacentes fue del 6%.
Siete días antes de la fecha límite para que AB InBev lance una oferta formal, SAB parece estar enfocando a Budweiser en una clara petición: paguen por nuestro crecimiento cuidadosamente seleccionado en África y en otras partes –o callen y desaparezcan–.