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Un estudio cifra en 165.000 las ‘apps’ médicas

Los hospitales se sumergen en la era de la movilidad

‘Smartphones’ y tabletas llevan a cabo el trabajo reservado hasta hace poco para material médico de más tamaño

Manuel G. Pascual

La bata blanca y el estetoscopio, el aparato con el que se ausculta, han sido tradicionalmente dos elementos imprescindibles en el equipamiento básico de los médicos. Pero el teléfono inteligente y/o la tableta van camino de incluirse en esa lista. Se multiplican las apps y funcionalidades para estos aparatos, que ya van mucho más allá de ser ordenadores portátiles en los que se pueden consultar de forma rápida historiales clínicos o escribir recetas médicas.

Algunas aplicaciones están empezando a sustituir la labor de maquinaria de mucha más envergadura. O a elaborar complicados cálculos para que el facultativo pueda afinar sus diagnósticos. Este último es el caso de BCN Bio HF Calculator, una app presentada este verano que mide la expectativa de vida en pacientes con insuficiencia cardiaca y permite seleccionar la terapia más adecuada.

“Aporta información pronóstica muy relevante. Cuando sospechamos que un paciente está moderadamente grave, nos permite ver de forma rápida, gracias a los biomarcadores, que quizá estaba mucho peor de lo que pensábamos”, explica el doctor Toni Bayés, jefe del servicio de cardiología del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona y presidente de la Societat Catalana de Cardiologia. Su equipo desarrolló el algoritmo que ha utilizado Roche Diagnostics para crear la app.

El programa funciona con biomarcadores, reconociendo tres proteínas que libera el corazón cuando se ve sometido a situaciones de estrés. “Esa información, junto con la aplicación de una serie de algoritmos matemáticos que tienen en cuenta los parámetros clínicos habituales (edad, sexo, función renal) y el tratamiento recibido hasta el momento, nos ha permitido elaborar una calculadora que prevé el riesgo de mortalidad del paciente a uno, dos y tres años y su expectativa de vida”, resume el doctor.

Los médicos solo deben introducir esos datos en su móvil o tableta y añadir la información que aportan los biomarcadores. Permite tomar decisiones, explica, con un nivel de precisión que no existía hasta ahora en el ámbito de la cardiología.

“Con esta información se puede derivar a los pacientes con menor riesgo a los ambulatorios, mientras que a los que tengan más posibilidades de empeorar se les puede llevar a las unidades especializadas”, apunta Bayés.

La app, cuya efectividad se ha validado en Boston y París, ya se usa en Badalona y pronto llegará a Salamanca y Valladolid. Está disponible en español, catalán, inglés y chino. “Nos pidieron la traducción al mandarín para poderla incorporar en algunos hospitales del país”, ilustra Bayés.

Las ‘apps’ médicas se multiplican

La multinacional Philips, por su parte, acaba de lanzar al mercado la primera solución de ultrasonido basada en una app. En este caso, el dispositivo móvil hace de pantalla en la que visualizar las imágenes de alta calidad que lea el transductor ultrasonido elaborado por la compañía.

Diseñado para departamentos de emergencias y cuidados intensivos, así como medicina interna u ortopedia, también estará abierto al público general. Se empezará a comercializar este año en Estados Unidos (en Europa todavía está pendiente de obtener la pertinente certificación de la CE).

Un estudio de IMS Institute for Healthcare Informatics eleva hasta 165.000 las aplicaciones médicas disponibles para los particulares. De ellas, una de cada diez se conectan a sensores o wearables que “aportan al software datos biológicos de los usuarios e incrementan significativamente la precisión y relevancia de dicha información”.

El informe también señala, no obstante, que todavía falta tiempo para que podamos hablar de “uso generalizado” de las aplicaciones móviles relacionadas con la medicina. “Aunque se ha progresado mucho, las apps de salud están lejos de ser un componente de prestación de servicios médicos completamente integrado en el sistema”, opina Murray Aitken, director general del IMS Institute.

La oferta es tan amplia que solo un 40% del total tienen 5.000 descargas o más. En cuanto a su temática, menos de una cuarta parte de ellas se centra en el tratamiento o gestión de alguna patología, mientras que dos terceras partes tienen que ver con el bienestar de los usuarios.

En esa dirección rema otra aplicación desarrollada también por Philips conjuntamente con el centro médico universitario Radboud de los Países Bajos. Se trata de un prototipo de app para la diabetes con una comunidad virtual integrada que ofrece más poder a los pacientes y mejora la continuidad de la atención.

Dicha comunidad virtual conecta a consumidores y profesionales sanitarios, permitiendo a ambos compartir tanto los datos de salud personales como los datos clínicos con los que cuentan las organizaciones sanitarias.

Los pacientes pueden hacer un seguimiento del nivel de glucosa en sangre, consumo de insulina, nutrición, actividad física, estado de ánimo y estrés, así como recibir comentarios y asesoramiento en función de los datos.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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