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El crédito que crece y mengua a la vez

Que aumente el crédito no se sabe muy bien si es bueno, malo o mediopensionista. Tanto puede encontrarse uno titulares del tipo “la banca abre el grifo del crédito” como “sigue aumentando el endeudamiento”. Y al contrario, cuando baja puede ser porque “sigue seco” o porque “prosigue el sano desapalancamiento”. El dato es el mismo: aumento, o descenso, del dinero que prestan los bancos a familias y empresas. En España, por cierto, está bajando desde hace tiempo, si miramos el saldo global.

¿Entonces? En principio, y según la ortodoxia, es positivo, dado que hay exceso de endeudamiento en España. Menos deuda supone menos riesgo para los bancos y, sobre el papel, más capacidad de familias y empresas para gastar o invertir dinero (que no deben destinar a pagar intereses).

No todo el mundo piensa así. Una reducción de deuda por las bravas, combinada con un proceso deflacionista, puede implicar una “deflación de deudas”: una vez estalla una burbuja crediticia los deudores se esfuerzan tanto por devolver sus préstamos que liquidan los activos, las empresas exprimen márgenes y salarios, los consumidores se retraen y el dinero, así en , va a parar a banca que, a su vez, no lo presta porque no hay a quién. La menor cantidad de dinero en circulación presiona a la baja de los precios y de la actividad, hasta el punto de que las deudas, tanto en relación a los precios reales como a las rentas, siguen aumentando, forzando aún más ventas de activos.

¿Vivió España entre 2011 y 2012 un proceso de estas características? Cada cual pensará una cosa. Yo creo que, en parte, sí, en un proceso estaba más motivado por el riesgo de convertibilidad (la ruptura del euro) que por un exceso de deuda (que también existía): los mecanismos (hundimiento de consumo, inversión y empleo, freno en la velocidad de circulación del dinero) fueron los mismos. El BCE conjuró la espiral destructiva al prometer la irreversibilidad del euro.

Hoy tenemos precios a la baja y deuda a la baja. Pero no creo que estemos atrapados en la espiral que describió Irving Fisher. Sobre todo porque la caída del crédito no es tan fiera como lo pintan. El crédito a familias para compra de vivienda ha pasado de 590.000 a 559.000 millones de mayo de 2014 a julio de 2015, mientras el crédito a empresas pasa de 586.000 a 532.000.

No obstante, el Banco de España da datos de crédito nuevo. Y, en el caso del crédito hipotecario a familias, crece en 38.000 desde mayo de 2014. En otras palabras, si no se hubiese dado ni un euro de crédito, la reducción de deuda hipotecaria sería de 69.000 millones (31.000 de reducción bruta de saldo más 38.000 de crédito concedido) en 14 meses, aproximadamente el 10% anual. Lamentablemente el Banco de España no da datos sobre nuevo crédito a empresas, lo que podría enriquecer las conclusiones.

En todo caso, parece que España está viviendo un proceso mixto: se desapalanca y se endeuda, todo al mismo tiempo. Sigue habiendo muchas familias y empresas profundamente endeudadas (de ahí la mora al 11%), y muchas familias y empresas que reducen deuda a pesar de los bajos tipos de interés.

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