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No salen los planes como se esperaba.

"Estamos muy lejos de lo que otros grandes bancos centrales han hecho. No es una referencia, pero hay margen si existe la necesidad. […] Necesitamos una fuerte recuperación en Estados Unidos y China, que aún puede estabilizar la situación y mantener un crecimiento por encima del 6% como objetivo asequible a corto plazo”

Vítor Constancio, vicepresidente del BCE, en una entrevista concedida a la agencia Reuters la pasada semana.

Tras una semana tan intensa como la pasada, centrada en la reunión del FOMC, y las elecciones en Grecia del domingo (con el resultado de una victoria de Syriza), la sesión de ayer se convirtió en una sesión de transición hacia otros momentos claves de la semana. Entre ellos el primero será la publicación del PMI manufacturero de China correspondiente al mes de septiembre en la madrugada de mañana.

Las preocupaciones sobre la marcha de la economía china (y por extensión de la de los países emergentes) son vitales en estos momentos. Recordemos que en agosto el índice PMI del sector manufacturero se situó en 49,7 puntos en agosto, por debajo del nivel de 50 que separa la contracción de la expansión. Se trató de la cifra más baja desde agosto de 2012, y la oficina lo atribuye a que la economía china, la segunda del mundo, afronta una "prolongada presión descendente". El PMI no manufacturero (servicios y construcción) se situó en 53,4 puntos, por debajo de los 53,9 de julio pero aún en zona expansiva. Los índices PMI del sector manufacturero se han estado reduciendo de forma progresiva en los últimos meses y ya en julio quedó en 50 puntos exactos. La caída del PMI en agosto propició una fuerte volatilidad en los mercados emergentes preocupados por la verdadera fortaleza de la economía china.

Por otro lado, y mañana miércoles también tendremos ocasión de escuchar a Mario Draghi, presidente del BCE, que tendrá ocasión de analizar en su comparecencia ante el Parlamento Europeo la situación creada tras la decisión de la FED de posponer, una vez más, la subida de tipos de interés.

Pero podemos ya tener unas buenas pistas de lo que puede decir:

a) La pasada semana el vicepresidente del BCE, Vítor Constancio, dejó claro en una entrevista concedida a la agencia Reuters que el organismo tiene margen de sobra como para ampliar su programa de compra de activos si fuera necesario. Recuerda que el €-QE apenas supone el 5,3% del PIB europeo, mientras que en Reino Unido representa el 21% de la economía, en los EEUU el 25% y el de Japón, más del 60%. Con estas palabras parece querer dejar el camino despejado para ampliar estas medidas extraordinarias en caso de que la inflación continúe lejos del "objetivo" del 2,0%. Un EUR al alza hace muy difícil que el IPC se acerque a dicho objetivo. El EUR como enemigo.

b) El viernes pasado (justo después de la reunión del FOMC) Andrew Haldane, economista jefe del Banco de Inglaterra, contradiciendo al gobernador Mark Carney indicando en un discurso en Portadown que podría ser necesario que los tipos de interés en el Reino Unido (0,5%) descendieran. "El riesgo para el crecimiento y la inflación están dirigidos significativamente a la baja " llegó a decir en su intervención, contradiciendo también al gobierno británico que no ve peligros de contagio por la desaceleración china y asiática.

Recordemos que el BCE activó el plan de estímulos en marzo y lo mantendrá, según su previsión inicial, hasta septiembre de 2016. En todo ese tiempo, el BCE comprará en los mercados secundarios 60.000 millones de euros mensuales o, lo que es lo mismo, cerca de un billón de euros en el transcurso de ese año y medio. Las alternativas que se le presentan ahora al BCE son la de aumentar la cantidad de compras mensuales o bien, prolongar su “plan de estímulo” más allá de septiembre del año que viene.

La preocupación por la deflación continúa dominando el discurso de los banqueros centrales y solo se les ocurre una solución. Y es que la evolución de los precios sigue siendo más débil de lo que “quiere” el BCE. En agosto el IPC armonizado, según datos del Eurostat, se incrementó un 0,1% en tasa interanual. Ello significa que bajó una décima respecto a julio, como consecuencia de la caída de los precios de la energía. En el caso del IPC subyacente (que excluye la energía y los alimentos no elaborados), el incremento fue del 0,9% interanual. Ambos niveles están lejos del “objetivo” del BCE que tiene el mérito de ser una de las definiciones más barrocas que he escuchado en toda mi vida: “por debajo del 2,0% pero cerca del 2,0%”. Eso en castellano llano es el 2,0%. Y tengo un problema: suelo desconfiar de los enunciados que pudiendo ser simples se tornan complicados; suelen esconder sorpresas o engaños (o ambas cosas).

Pero el verdadero problema para ellos no es que la inflación esté en un nivel extremadamente bajo, sino que las previsiones de cara a los próximos meses tampoco adelantan mejoras significativas. En su última reunión, el BCE (también la FED, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón y el de China, por decir solo los más importantes) revisó a la baja sus pronósticos de crecimiento económico e inflación hasta 2017[1].

La clave final está en las palabras de Constancio reconociendo que, además de la evolución interna de la eurozona, hay otros factores externos que el BCE debe tener en cuenta a la hora de tomar sus decisiones, en parte contradictorios:

a) las decisiones sobre tipos de interés en los Estados Unidos en los próximos meses. De manera que es probable que esta decisión este ligada a la del BCE de ampliar su €-QE. Podría darse el caso de que la fecha del inicio de la “normalización de tipos en los EE.UU. la acabara decidiendo el BCE.

b) la evolución de las turbulencias en China. Los problemas de crecimiento ha desatado dudas y miedos en los mercados sobre la salud del gigante asiático. Una nueva devaluación del EUR en un entorno de debilitamiento chino puede propiciar otra adicional del yuan en una carrera por la devaluación que a nadie interesa.

Como viene siendo habitual en esta guerra de divisas encubierta, todo pasa por la cotización y la capacidad de manipulación del precio de la divisa única por el BCE.

a) Si el EUR sube, al menos temporalmente, hará bajar el IPC de la Eurozona, justificará una ampliación del €-QE, permitirá a la FED cumplir, al menos parcialmente, su plan de “normalización” de tipos de interés y dará espacio para una posterior caída del EUR sin que China se preocupe de la pérdida de competitividad ocasionada por el “dumping” cambiario de la UME.

b) Si por el contrario, el EUR sigue cayendo, no se podrá ampliar[2] el €-QE, la FED no podrán subir tipos de interés, la deflación llegará a los EEUU[3] y China se podría ver tentada a realizar una nueva devaluación[4].

Todo apunta a que la idea de un EUR en la paridad o por debajo, contra el USD es malo para todos.

NOTAS:

  1. El problema es global y derivado del estallido de la burbuja que los bancos centrales crearon previamente como solución al estallido previo de la burbuja "puntocom" del año 2000.
  2. O mejor dicho, no se podrá “justificar racionalmente” la medida ya que el EUR cayendo dejará de presionar a la baja el IPC de la Eurozona.
  3. Lo que podría abrir la caja de pandora de los tipos negativos en los EE.UU. como ya algún miembro del FOMC ha incluido en el dot.plot.
  4. Reabriendo y ampliando las dudas sobre la salud de la economía china.

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