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La compañía catalana arrancó en 1946

Gallo, la fábrica de harina que se coronó como reina de la pasta

Apostó por la sémola de trigo duro, un grano en desuso en la época Hoy opera en 32 países y se atreve con los productos frescos

CINCO DÍAS

Un trazo blanco sobre fondo negro que describe la silueta de un gallo salpicado del rojo de la cresta y de la tipografía de la marca. Así es en la actualidad la imagen corporativa de Pastas Gallo, con diferencia la más conocida de entre las españolas (algunas fuentes le otorgan una cuota de mercado entre las pastas de entre el 40% y el 45%).

Cronología

1946. José Espona, con 20 años, funda la empresa que hoy es Pastas Gallo mediante la adquisición de una fábrica de harinas en Rubí, Barcelona. La producción en aquel momento es de 10.000 kilogramos al día.

1950. Gallo introduce las primeras pastas fabricadas con sémola de trigo duro en España.

1952. Construcción y traslado a una nueva fábrica en Terrassa. La producción aumenta a 30 toneladas al día. Se amplía la gama de productos con la incorporación de harinas especiales para repostería, churrería y pastas alimenticias.

1955. Por imposición política, se abandona total y definitivamente la fabricación de harinas.

1958. Espona adquiere la Fábrica de Harinas de El Carpio (Córdoba) y la transforma en semolería. La producción es en aquel momento ya alcanza las 60 toneladas diarias.

1960. La firma decide fabricar pasta de sémola de trigo duro. Se adquiere la Semolería de la Puebla de la Calzada (Extremadura), de Fábricas de Pasta de Madrid (Faisán) y Valladolid (La Góndola), con sus respectivas marcas.

1960-1980. Pastas Gallo conduce un proceso de adquisiciones y reorganización de nuevas fábricas en Ferrol, Vigo, Torrelavega, Málaga, Cádiz, Granada, Cartagena, Bailén y Palma de Mallorca.

1970. Gallo introduce las variedades de pasta compuesta y se consolida como marca líder.

1980. Adquisición de Saula (Calella y Granollers, Barcelona) y El Águila (Esparreguera, Barcelona).

2000. Durante los siguientes años, Gallo inicia una andadura de nuevos retos, lanzando al mercado pastas y salsas frescas, así como la gama de platos refrigerados.

2004. Inauguración de la planta de productos frescos en Granollers, una de las más modernas de Europa. Actualmente, el grupo Gallo da empleo a más de 500 personas.

Lo que empezó como una startup industrial a manos de un intrépido emprendedor catalán de apenas veinte años es hoy un grupo de alimentación con presencia en 32 países y que en 2014 produjo más de 131 millones de kilos de alimentos. Actualmente la compañía está compuesta por una plantilla de 363 personas y opera en los cinco continentes, siendo China el de mayor crecimiento, seguido de Centro América, región donde el consumo está muy consolidado.

Aunque ya en el siglo XXI la compañía decidió diversificar su cartera apostando por los productos frescos, la pasta sigue representando a día de hoy en torno al 72% del género que sale de sus fábricas.

Revolución del proceso

Pastas Gallo fue fundada por José Espona en 1946 tras la adquirir este una fábrica de harinas en Rubí (Barcelona). Por aquel entonces, los fabricantes de pastas solo trabajaban con trigo blando. El joven Espona, haciendo gala de un atrevido carácter innovador, abrió el camino del trigo duro en España, para lo que tuvo que convencer a un gran número de agricultores para que iniciaran la plantación y cultivo de esta variedad de grano.

En 1958, Espona compró su segunda planta, esta vez en El Carpio, Córdoba. Aunque inicialmente era un molino, acabó transformándola además en fábrica de pastas.

Uno de los problemas a los que tuvo que enfrentarse Espona fue el desconocimiento de la pasta de sémola de trigo duro. Su venta fue difícil en sus inicios, al no existir mercado, pero, en poco más de una década ya era posible encontrar pastas Gallo en más de 100.000 puntos de venta de toda España.

En los años setenta, Gallo introdujo las variedades de pasta compuesta y se consolida como marca líder. Ocho años después se constituye Comercial Gallo. Esta etapa de crecimiento coincide con el lanzamiento de una sencilla pero constante política de comunicación, basada en la presencia continuada de los productos Gallo en la televisión, el medio de masas que estaba conquistando el país.

Con la llegada del siglo XXI el grupo Gallo apuesta por nuevos retos, lanzando al mercado nuevas pastas y salsas frescas, así como la gama de platos refrigerados.

Nuevos tiempos

Clásica, rellena, con verduras, al huevo, para ensaladas... Todas las variedades están incluidas en su surtido. También ha relanzado recientemente su propia gama de harinas, producto con el que empezó la compañía. Seis tipos distintos de harina para poder adaptarse a los usos más frecuentes: bollería, guisos, etc.

Sophia Loren fue la imagen de la marca durante los años ochenta.
Sophia Loren fue la imagen de la marca durante los años ochenta.

En 2004 se inaugura una planta de productos frescos en Granollers (Barcelona), una de las más modernas de Europa. Con una inversión de 24,35 millones de euros y una superficie de más de 10.000 metros cuadrados, la instalación ofrece una capacidad de producción de 5.250 kilos por hora, lo que supone 18.000 toneladas anuales.

Más recientemente, la firma se ha lanzado a vender su propia pasta fresca y platos preparados de consumo casi instantáneo, como los fideos Soba, preparados según la receta japonesa yakisoba, o la fideuá, lista para tomar en dos minutos.

Siempre atenta a las tendencias del mercado, no falta tampoco una gama de productos sin gluten, una línea integral o productos artesanos de calidad superior dentro de su gama de artículos gourmet.

Pese al crecimiento de la compañía hasta sus actuales dimensiones, Gallo sigue siendo a día de hoy una empresa controlada por la familia fundadora. Lo cual no deja de tener mérito en los tiempos que corren. Las intenciones de sus actuales dirigentes son precisamente mantener la calidad del producto bien hecho. Algo que hasta la fecha se ha logrado transmitir de generación en generación.

Haciendo gala de las virtudes de la dieta mediterránea

La estrategia de marketing y comunicación de Pastas Gallo despegó en los años ochenta. Fue entonces cuando la compañía fichó a la actriz italiana Sofia Loren para hacerla protagonista de sus spots televisivos. Suyo fue el eslogan La buena pasta nunca cansa, empleado en una serie de comerciales.

Otras actrices como Lidia Bosch y Ana Duato o, más recientemente, la periodista Susanna Griso han tomado el testigo de Loren como protagonistas de los anuncios de la compañía.

En las últimas décadas el mensaje ha cambiado al son de las nuevas inquietudes de los consumidores. Si en los ochenta primaba la calidad por encima de todo, ahora una de las grandes preocupaciones de quienes toman la decisión de compra es que los productos sean sanos. El énfasis de los comerciales se pone, desde entonces, en la vinculación de la pasta con la dieta mediterránea, una de las más equilibradas del mundo.

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