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No se preocupen, ni me hagan demasiado caso

No pasó nada el fin de semana, o el viernes por la noche, o el propio lunes, para justificar la dosis de caos y destrucción recibida ayer. Algo que debe extrañar a medias: el mercado muchas veces se mueve sin ton ni son, y después de que lo haga analistas y periodistas se empeñan en buscar motivos.

Un crash es algo diferente, y lo de ayer fue un crash. Más que por qué sucedió, que parece más o menos claro, está por ver por qué fue tan abultado. Los motivos los sabemos, llevan ahí un par de meses y dependen tanto de China como de la subida de tipos de la Fed (que ya destrozó las mesas de trading de mercados emergentes en 2013).

El pasado jueves, al cierre, Wall Street se dejó el 2% y el índice VIX de volatilidad se empezó a disparar. La señal de venta se confirmó el viernes y cristalizó en el crac de ayer. El cierre de posiciones largas, las órdenes de venta automáticas y los sistemas de protección de carteras aceleran las ventas una vez que se supera un determinado “umbral del dolor”. Y, en paralelo, el impacto chino tiene una doble vertiente: la financiera (inestabilidad en las divisas de Asia, riesgo de salida de capitales´) y real (en un mundo que crece menos las acciones también valen menos).

Con un poco de perspectiva la caída duele menos. Aunque hablemos de China, el mercado doméstico aún sube más del 35% en términos interanuales. Si tomamos la Bolsa de Estados Unidos, el S&P 500 gana un 180% sobre los mínimos de 2009 y un 15% en dos años. Europa va peor por sus propios problemas pero, en general, los mercados no ofrecen malas rentabilidades en el medio plazo.

Ocurre, no obstante, que cuando la Bolsa sube a mucha gente le parece normal, y cuando baja no. Pero tan normal es una cosa como la otra. Y si no baja nunca, tampoco subiría. Vivir en España, claro, distorsiona la vista, pues aún estamos recuperándonos de una brutal crisis. La sensación de que “algo” ha mejorado demasiado parece precipitada. Pero Wall Stret va varios pasos por delante.

En paralelo, por más que China sea importante para el crecimiento, su sistema financiero no está tan conectado al resto del mundo como para provocar un crash al estilo Lehman. Y seguramente crecerá menos, lo que obligará a reasignar precios y activos. En paralelo, hay tipos de interés bajos y liquidez dispuesta a entrar en Bolsa. Y la Fed podría retrasar la subida de tipos.

En resumen, no veo otro mercado bajista a largo plazo. Pero tampoco me hagan demasiado caso.

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