BBVA cambia su tarjeta estrella y la transforma en una de crédito
BBVA ha dado un giro a su estrategia en medios de pago y, en pleno agosto, ha comunicado por carta el cambio de condiciones de una de sus tarjetas estrella. La Tarjeta 10, que se utilizaba como tarjeta de pago directo en cuenta, pasa a ser de crédito. La modificación es por defecto, y los clientes que deseen conservar sus condiciones deben llamar a la entidad.
El banco que preside Francisco González ha retocado su política de medios de pago en pleno agosto. Es ahora cuando comienzan a llegar comunicaciones a los clientes de la denominada Tarjeta Diez. En estos escritos se les anuncia una metamorfosis de las condiciones del producto. Este plástico, uno de las más habituales entre los clientes de BBVA, está catalogado como una tarjeta de crédito, si bien a la hora de pagar en los establecimientos permitía la utilización como una tarjeta de débito corriente y moliente. Es decir, el pago se cargaba de forma inmediata en la cuenta asociada.
Pues bien, a los usuarios de esta tarjeta, que mantendrá su cuota anual en 20 euros anuales –salvo que su titular disfrute de alguna promoción específica, por tener la nómina domiciliada por ejemplo–, se les ha comunicado en una carta titulada “compra hoy y paga al mes siguiente” que “a partir del 1 de septiembre podrán usar la tarjeta terminada en [y aparecen varios dígitos del plástico en cuestión] como tarjeta de crédito y pagar a fin de mes, eliminándose la posibilidad del pago de débito”.
Fuentes financieras estiman que el número de tarjetas afectadas por esta modificación es de un millón o superior. El número total de tarjetas, entre las de pago al contado y de crédito de la entidad que preside Francisco González ronda los 10 millones, según los últimos datos disponibles. De entrada, BBVA anuncia que, sin pagar ningún tipo de interés, los clientes de esta tarjeta abonarán sus compras el día 5 de cada mes.
Las nuevas condiciones de la Tarjeta 10 de BBVA permiten utilizarla como un instrumento de crédito con todas las consecuencias. Permiten el pago aplazado con una cuota fija o con un porcentaje del importe. Eso sí, el pago aplazado implicará el pago de un tipo de interés mensual del entorno del 1,9%, según informan en una oficina de la entidad financiera. Las condiciones se han cambiado por defecto para todos los usuarios de este plástico, a los que se les informa también de la línea de crédito de la que dispondrán a partir del mes que viene.
Las características de la Tarjeta Diez de BBVA se modificarán automáticamente, salvo que el cliente llame a un número de teléfono y se oponga a los cambios.
Las características de la Tarjeta Diez de BBVA se modificarán automáticamente, salvo que el cliente llame a un número de teléfono y se oponga a los cambios. “Aproveche todas las ventajas de su Tarjeta 10. No obstante, si no está interesado en las nuevas condiciones, llama ahora al 900 202 900”. Si el usuario se pone en contacto con el banco se le respetarán las condiciones de las que disfrutaba y podrá seguir utilizando el plástico como una tarjeta de pago de cargo en cuenta inmediato.
Pese a que los pagos en establecimientos se realizarán a crédito, desde el servicio de atención al cliente de BBVA señalan que se podrá seguir sacando dinero de los cajeros a débito. Es decir, sin comisiones. Y es que, de entrada, la tarjeta de crédito cobra unos intereses al titular al retirar dinero. Una portavoz de BBVA explica que se ha tomado esta decisión sobre la base de la actual normativa de servicios de pago. Cualquier cambio deberá ser anunciado con una antelación mínima de dos meses. “No obstante, se podrán aplicar de manera inmediata todas aquellas modificaciones que, inequívocamente, resulten más favorables para los usuarios de servicios de pago”, señala la ley.
Evolución
El número total de tarjetas en circulación en España a cierre del primer trimestre ascendía a 67,5 millones, de los que 43,1 millones eran de crédito y los restantes 24,4 millones, de débito. El montante de plásticos ha caído desde el máximo de 76,4 millones de tarjetas de 2008, según datos del Banco de España.
El año récord en cuanto a cantidad de tarjetas de débito fue 2003, con 33,1 millones. La caída desde entonces ha sido del 26%. Mientras, el número de tarjetas de crédito ha crecido desde ese ejercicio un 80%. Pese a que el incremento en la cantidad de plásticos ha sufrido oscilaciones debido a la crisis, la compra directa con ellas en comercios ha aumentado de forma sostenida. En 2003 se hicieron poco más de un millón de transacciones, cuando el año alcanzaron las 2,5 millones.
La comisión a los comercios, hasta un 50% mayor
La última normativa introducida en el ámbito de las tarjetas de pago tiene fecha de 8 de julio de 2014 y comenzó a aplicarse el 1 de septiembre de ese mismo año. Esta establece límites máximos a las tasas de intercambio exigibles o, lo que es lo mismo, a las comisiones que el comerciante debe pagar al emisor de la tarjeta por el uso que hacen los clientes de ellas en sus establecimientos.
El límite máximo en las tarjetas de débito es 0,2 puntos porcentuales del valor de la operación, con un máximo de 7 céntimos, mientras que el de las de crédito se situó en 0,3 puntos porcentuales. Es decir, las comisiones en las de crédito son un 50% superiores. Los pagos inferiores a 20 euros cuentan con unas tasas máximas menores, de un 0,1% en las de débito y de un 0,2% en las de crédito. Las operaciones realizadas con tarjetas de empresa y las retiradas de efectivo en cajeros automáticos quedan excluidas de esta regulación.
Además, se prohíbe que los beneficiarios de las operaciones de pago repercutan los gastos en el consumidor mediante la aplicación de cuotas adicionales.
Previo a la entrada en vigor de esta normativa, el intercambio de operaciones de débito contaba con una tasa media de intercambio de un 0,3%; por su parte, en las de crédito ascendía hasta un 0,75%.
Estas nuevas restricciones limitan hasta un 0,3% las comisiones que los bancos cobran a los comerciantes, pero no establecen ninguna tasa mínima. Con esto, lo que se pretende es apoyar al comercio minorista, cuyas comisiones ascendían hasta un 0,68% y lastraban sus beneficios; a la par que incentivar los pagos con medios electrónicos, puesto que en España únicamente el 16,8% de los pagos se hacen mediante tarjeta.