Advertencias de Linde a tener muy en cuenta
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, fue amable ayer con el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2016. El resumen de su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Congreso es que ve “factibles” las previsiones planteadas por el Gobierno, a pesar de que difieren, aunque sea ligeramente, de las del propio supervisor. En su opinión, las cuentas previstas por el Ejecutivo para el próximo año reflejan una “prolongación de la actual fase de expansión” que es “factible, desde luego, en el actual contexto”. Es decir, Linde se cree que la economía crecerá un 3,3% este año y un 3% el próximo, con una recuperación de la inflación de entorno al 1,1%, lo que además de significar no temer a la no inflación elevará el PIB nominal sobre el 4%. Un escenario ciertamente “similar en tasas y composición” al previsto por el Banco de España, pero también al consenso de los analistas –sin ir más lejos, Moody’s acaba de revisar al alza sus previsiones para España–.
Está claro que la coyuntura y la reducción de los tipos de interés de la deuda pública van a tener “un efecto directo positivo” sobre las cuentas del Estado. Esto significa que, en su opinión, se pueden conseguir los objetivos previstos por el Ejecutivo sin grandes reducciones del gasto. Todo ello pasa por completar este año con un déficit del 4,2% del PIB para bajarlo hasta el 2,8% en 2016.
Esta lectura general benévola por parte del gobernador hace más interesante el apartado de advertencias. No han sido estas menores, y todas son a tener muy en cuenta. La más nítida: España tiene un problema “importante” de endeudamiento público y privado, que no se corrige fácilmente y que requiere para su solución de una economía que crezca de forma sana con exportaciones –estas sí, están en récord–, más empleo e inversión, pero no más deuda. Así, la posición financiera de España frente al exterior es uno de los grandes desequilibrios a resolver, junto al del desempleo, esa lacra que Linde ha definido acertadamente como “fuente básica” de la creciente desigualdad y cuya tasa espera que baje del 20% el próximo año.
Otra advertencia se refiere a la necesidad de reformar la financiación autonómica. En este sentido, hay que valorar que hasta octubre, cuando todas las Administraciones tengan aprobados sus Presupuestos, no se podrá hacer un “análisis completo” del cumplimiento de los objetivos macro: el ahorro en las autonomías es básico para reducir el déficit, ya que suponen el 40% del gasto público. Y ese notable porcentaje hace más acuciante la reclamada reforma de su sistema de financiación.
El gobernador ha admitido que es “muy difícil” conseguir el crecimiento necesario con la “productividad interna”, aunque debe ser el objetivo a perseguir. Y recordó que solo dos veces en los últimos 60 años ha unido España más empleo, con el PIB creciendo por encima del 3%, más exportaciones y superávit exterior. Y esos periodos no pasaron de tres años. De manera que conseguirlo de nuevo “es muy difícil para nosotros en sentido estructural, pero ahora estamos en uno de esos periodos”. Claro es el objetivo, lo difícil es saber si se podrá mantener.
Esa es la razón por la que se debe tener más en cuenta otra llamada de atención, la que se refiere a las dudas sobre la previsión de ingresos, tanto de la recaudación tributaria como los de las cotizaciones a la Seguridad Social. Sobre la primera, y en el marco de la incertidumbre por los cambios fiscales, será necesaria una vigilancia precisa y día a día que permita identificar de inmediato riesgos de desviación y reaccionar a tiempo para impedir que se materialicen. Una vigilancia que se debe extender a la recaudación por cotizaciones de la Seguridad Social, en cuya previsión también ha reconocido riesgos, a pesar de que el aumento del gasto en pensiones se compensará con la bajada de los intereses de la deuda y del gasto público.
Aunque sea por un margen reducido, Linde reconoce que hay ciertos riesgos de incumplir el déficit. Pero todas sus advertencias se resumen en un colofón para buenos entendedores: hay cierta discrecionalidad en materia fiscal “que no viene del cielo”, sino de las autoridades políticas, de los diferentes niveles de Gobierno, que deben tomar medidas para evitarlos o minimizarlos en lo posible. Fácil de entender. Lo que se llama poner deberes.