La sabiduría llega con la edad
Société Générale está empezando a mostrar la cautela propia de su edad. El segundo mayor banco cotizado de Francia, que celebró su 150 aniversario el verano pasado, dio a conocer ayer sus planes para aumentar capital y recortar otros 850 millones de euros en costes. Debería hacer que los inversores estuvieran más relajados acerca de sus atrevidas aventuras en Rusia y con la banca de inversión.
Los nuevos objetivos de capital del consejero delegado Fréderic Oudéa son prudentes. El objetivo anterior del banco de alcanzar una ratio de capital común Tier 1 del 10% o más siempre se quedó en la parte bajo. Sus rivales europeos se encuentran en una media de alrededor del 11% –el nivel en el que SocGen ahora quiere estar a fines de 2016–. Su ratio de apalancamiento anterior del 4% se encuentra ahora en el 4,5% en el mismo período de tiempo.
Los nuevos objetivos de capital del consejero delegado de Société Générale, Frédéric Oudéa, son prudentes
La subida del 8% en el precio de las acciones de SocGen el 5 de agosto estuvo, sin embargo, relacionada con el rendimiento del segundo trimestre del banco. Las ganancias subieron un 25% a 1.400 millones de euros, muy por encima de las previsiones de consenso. Una reducción trimestral de las pérdidas en su negocio de Rusia a la mitad ayudó, al igual que el incremento del 61% interanual en ingresos por negociación de acciones. La compra del negocio francés de banca online Boursorama y la revisión de su red de sucursales está dando sus frutos: incrementó sus ingresos en el negocio minorista doméstico de hace un año, a diferencia de sus rivales.
Oudéa tendrá trimestres más duros que este. Los cambios regulatorios podrían hacer que fuera más difícil alcanzar los requisitos de capital, Rusia seguirá siendo un dolor de cabeza, y también lo será una multa de Estados Unidos por violaciones de las sanciones para lo que el banco ha aprovisionado 200 millones de euros en este trimestre. Pero el ahorro de costes y los nuevos objetivos de capital deberían ayudar a proteger los resultados netos y el balance. Para los accionistas, eso debería significar menos resentimiento y más sangre fría.