Por qué estudio chino mandarín
Cuando comencé a hacer el proyecto de fin de carrera, empecé a estudiar chino en la escuela oficial de idiomas. Y me enganché”. No lo pudo abandonar. Lo explica Sergio Gómez, barcelonés de 29 años, que el pasado curso estuvo viviendo en Pekín, y este año regresará, gracias a una beca de la Fundación ICO.
“Hablaba inglés y este idioma ya no supone ningún valor añadido, tengo amigos que están aprendiendo alemán o francés, y creo que el mercado ya está saturado”, señala este alumno que ha descubierto en el chino una oportunidad laboral. “Quería algo que no estuviera sobre saturado y que resultara interesante desde el punto de vista profesional para un arquitecto”. Al principio, e incluso ahora, le pareció complejo, debido a que se trata de “dos idiomas en uno;por un lado, la escritura, y por otro, el lenguaje hablado, no hay relación alguna entre ambos. Cuando ves un carácter tienes que saber cómo se pronuncia”. La gramática, asegura, que es sencilla, ya que no hay conjugaciones verbales, como tampoco hay femenino y masculino.
Pero además, el aprendizaje de este idioma le ha servido para desarrollar otras habilidades, como la escritura. “Siempre me ha gustado el dibujo, dejar la mano libre, y aquí he descubierto la magia de los caracteres, ya que la escritura no es tan rígida”, señala. Este alumno además de mejorar su destreza con el dibujo, ha mejorado en técnicas de relajación, “me ayuda a mantener la mente sosegada, pero además a ser más extrovertido. “ Yo no soy de los que rompa el hielo fácilmente y los chinos enseguida te hablan, te preguntan y te fuerzan a que mantengas una conversación”, explica Gómez, que le dedica a este idioma unas dos horas al día, además de las cuatro de clase que recibe en Pekín diariamente.
Odei Otaegi Garmendia, licenciado en Derecho Económico y nacido en Azpeitia (Guipúzcoa) hace 31 años, comenzó a hablar este idioma hace cuatro años y este será su segundo curso con la Fundación ICO en China. “Me gusta porque además requiere de mucho esfuerzo y memoria”. Aunque destaca que la pronunciación es lo más difícil, debido a los tonos (tiene cuatro y el neutro), y dependiendo de ello tiene diferentes significados. “Desarrollas una capacidad de aprendizaje muy fuerte, además de tener que tener una gran disciplina y facilidad para aprender, estás impulsando nuevas habilidades”. Recuerda que cuando comenzó a estudiar este idioma le costaba memorizar un carácter, “y al final ahora me cuesta mucho menos”, además de entender mejor la cultura china.
También forma parte del grupo de becarios –25 profesionales de unos 31 años– de la Fundación ICO que estudiará chino en una de las tres universidades de Pekín –la Universidad de Pekín, la University of International Business and Economics y la Normal Beijing University–, Mónica Ginés. Tiene 31 años, es de Barcelona y ha estudiado Historia del Arte, especializada en arte chino. Comenzó a estudiar este idioma hace 14 años en la Escuela del Consulado Chino. “Me interesaba porque es una lengua bonita y diferente a cualquier otra que puedas aprender”. Le gusta porque además requiere de memorización y de repetición, “no solo de la lengua sino también en la forma de escribir”.
Confiesa que para su profesión es imprescindible, “me dedico a la catalogación de obras de arte chino y es muy importante que sea rápida con el idioma”. También le es de utilidad a la hora de pulir su caligrafía. “Es un lenguaje que se basa en el trazo, las familias de palabras se forman de manera diferente, lo que conlleva una labor de investigación”, agrega Ginés, que le dedica cerca de tres horas al día. “Requiere de mucha constancia, lo dejas un par de semanas y lo echas de menos. Te engancha, no lo puedes dejar”. Además de las razones expuestas, añade que “no es como el inglés, el chino es como estudiar tres lenguas, escritura, significado y pronunciación”. En septiembre viajará a Pekín, como ya lo han hehco otros 300 jóvenes becados por la Fundación ICO.