España dice adiós a la deflación, ¿en qué nos afecta?
El cambio de deflación a subida leve de precios del mes de junio no es en sí un síntoma de cambio de situación. De hecho, las previsiones es que seguiremos en un periodo de precios bajos, el más largo no sólo desde la llegada del euro, si no también en décadas. Esta coyuntura, incluyendo una deflación leve y transitoria, ha sido como regla general positivo para la economía española ya que le ha permitido mejorar en productividad.
Pero a medida de que la economía crece, y se prevé que España liderará este año el aumento del PIB en los países desarrollados, la tendencia es de subida de precios. Este incremento se consolidará en España en los próximos meses es en parte fruto del crecimiento del consumo y de la mejora del mercado de trabajo.
El petróleo apuntalará los precios
Aun así hay muchos productos y servicios que seguirán bajando. Aunque se recupere el mercado laboral, el entorno actual en España sigue marcado por una alta tasa de desempleo y en muchos casos pérdida de poder adquisitivo, por lo que comprar más y que sea más caro aún es complicado. Pero si hay un producto que no es controlable, vital en la configuración de precios y que subirá en los próximos meses es el petróleo.
Por un lado en estas fechas hace un año empezó el desplome del petróleo, por lo que aun manteniéndose en el nivel actual de precios llegaremos en unos meses a un punto en el que la variación interanual sea positiva. Pero incluso este equilibrio puede que llegue antes. La estrategia de Arabia Saudí de no recortar producción en plena caída de precios ha hecho que, aunque ganando menos, siga siendo rentable su extracción para su país y el resto de la zona del Golfo Pérsico, mientras que lo han dejado de ser en otras regiones, especialmente el petróleo Shale o de esquistos de Estados Unidos. La caída de producción y de licencias allí, llevará a que se equilibre producción y suban los precios con un claro efecto en la subida de carburantes.
Peores perspectivas para el ahorrador
Con todo ello tenemos en el horizonte meses de crecimiento de precios, en parte por la recuperación y principalmente por el incremento del coste de los combustibles. Una inflación controlada, no muy alta, pero que afectará a los ahorradores.
La rentabilidad actual de cuentas y depósitos, muy limitada, era paliada en parte por los precios negativos. Una rentabilidad nominal del 0,5% por ejemplo, que tras impuestos se quedaba en un 0,4%, con una bajada de precios del -0,3%, daba como resultado una rentabilidad real del 0,7%. Es decir, cobraba un 0,4% en interés neto y obtenía una ganancia adicional de poder adquisitivo del 0,3%.
Pero si los precios suben, toda la ganancia se puede esfumar. Con el mismo ejemplo y con el IPC en el 0,1%, apenas ganará un 0,3% (rentabilidad menos subida de precios). Si la inflación sube más, puede que muchos ahorradores ni puedan compensar el incremento de precios. Un efecto poco deseado pero que lo tenemos en puertas si tenemos en cuenta que los tipos bajos también perdurarán muchos meses.