Un grupo de centros coordinará sus proyectos de cooperación

La universidad quiere llegar más allá de los estudiantes

63 centros de todo el mundo participan en una iniciativa para combatir la pobreza El apoyo del Grupo Santander, clave para su desarrollo

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El talento es la base actual del desarrollo, y la Universidad es la llave para consolidar los avances socio económicos de los últimos años. La igualdad de acceso al conocimiento derriba todas las fronteras”. Así se refirió ayer la máxima responsable de la Secretaría General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, al papel de la formación como dinamizador de la sociedad durante el acto de clausura del Congreso Internacional de Rectores University for Poverty Alleviation.

Esta iniciativa, impulsada por la ONG Helsinki España, persigue comprometer a las universidades en la tarea de combatir la pobreza. La idea surgió de considerar el potencial de las instituciones universitarias para mejorar el mundo, más allá de la educación de los propios estudiantes. “Vimos que muchísimos centros tenían en marcha medidas, pero nadie se había ocupado de coordinar esos esfuerzos para tener una incidencia mayor”, explicó Ana Nieto, presidenta de la citada ONG. El proyecto University for Poverty Alleviation (UPA) despegó con fuerza tras encontrar el apoyo de Santander Universidades, su mayor mecenas. Los rectores de los 63 centros de todo el mundo integrados en la iniciativa acordaron, entre otras iniciativas, elaborar planes de acción bianuales para guiar las medidas (voluntariados, becas, proyectos de desarrollo, etcétera) que pongan en práctica los centros. Los progresos de cada una de las instituciones serán seguidos por Helsinki España.

La presidenta del Grupo Santander, Ana Botín, durante la ceremonia de clausura de la conferencia de rectores.
La presidenta del Grupo Santander, Ana Botín, durante la ceremonia de clausura de la conferencia de rectores.

“En Banco Santander hemos centrado nuestro compromiso con la sociedad en el mundo universitario, con la convicción de que sin innovación, ciencia e investigación no hay esperanza ante los grandes problemas de la humanidad”, apuntó Ana Botín, presidenta del grupo.

La entidad, añadió, tiene comprometidos 700 millones de euros para los próximos cuatro años en forma de fondos para el estudio y apoyo a las universidades. En 2014, destinó 146 millones a la educación universitaria y entregó cerca de 30.000 becas.

“La nuestra puede ser la generación que erradique la pobreza extrema para 2030”, sentenció Grynspan ante un público compuesto por rectores y autoridades de varios países. Botín también se mostró confiada en el efecto positivo que tendrá el proyecto. “El premio Nobel Muhammad Yunus, desarrollador del concepto del microcrédito, dice que la pobreza es un invento de los seres humanos, y que por tanto solo la humanidad puede aliviarla”.

Medición del impacto social

El exembajador de EE UU en España, Alan Solomont, responsable de uno de los grupos de trabajo en que se organizaron los rectores, propuso la creación de un nuevo sistema para “clasificar las universidades en función de su nivel de compromiso social”. También aconsejó el desarrollo de un curso obligatorio para todos los universitarios en el que se incida en la importancia de dedicarle tiempo a construir una mejor sociedad. Mejorar la cooperación entre instituciones educativas y empresas en proyectos de cooperación fue otra de las ideas lanzadas por los rectores.

Para el rector de la Universidad de Costa Rica, Henning Jensen Pennington, lo ideal sería “que el trabajo de voluntariado fuese de naturaleza obligatoria”. La universidad latinoamérica, aseguró, debe aspirar a la “transformación social”.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual

Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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