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La UE, del revés

El ‘plan Juncker’ y el banco chino de desarrollo se vigilan de reojo

Thinkstock

La Unión Europea y China celebran hoy una cumbre bilateral en Bruselas que servirá, entre otras cosas, para conmemorar los 40 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre el bloque europeo (500 millones de habitantes) y el país comunista (1.400 millones de habitantes). En ese tiempo, China se ha convertido en el segundo socio comercialmás importante de la UE, solo por detrás de EE UU. Y en los últimos 10 años, los flujos comerciales entre la UE y China han pasado de 129.000 millones de euros a 302.500 millones, con una balanza favorable al país asiático de 137.700 millones de euros, según datos de Eurostat.

La cita de hoy entre los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión Europea, Jean- Claude Juncker, y el primer ministro chino, Li Keqiang, intentará afianzar esa relación. Pero la reunión también reflejará que desde hace tiempo las dos economías ya no son solo complementarias (capital europeo y mano de obra china), sino también competidoras en áreas tan diversas como la búsqueda de materias primas o la gobernanza mundial.

La rivalidad más reciente gira en torno a las iniciativas de Bruselas y Pekín para captar capital: el Fondo Europeo Estratégico de Inversión (FEEI) y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (AIIB, en sus siglas en inglés), respectivamente. En principio, no son propuestas incompatibles y ambos lados esperan aprovechar las oportunidades de negocio que surjan en uno y otro bloque. Pero la Comisión Europea y el Gobierno chino se vigilan mutuamente para sopesar la estrategia a seguir en cada caso. Fuentes europeas aseguran que Pekín ya ha sondeado las posibilidades de participación en el FEEI, pero descartan que durante la cumbre de hoy se concreten cifras o proyectos concretos. “Solo han expresado interés, pero hasta el otoño, como pronto, no se espera ninguna propuesta concreta”, señalan esas fuentes horas antes de la cumbre.

El interés de China en el FEEI o plan Juncker, según un informe del centro de estudios del Parlamento Europeo, se centraría en proyectos vinculados a las telecomunicaciones y, sobre todo, a sus planes de desarrollo de versión contemporánea de la ruta de la seda para integrar el este de China con Oriente Medio y Europa. Pero Pekín no necesita apoyarse, o no solo, en el plan Juncker para desarrollar esa estrategia. El Gobierno chino ya estableció en 2012 un fondo de inversión de 40.000 millones de euros para el desarrollo de infraestructuras en el que participan varios socios de la Unión Europea, como Hungría, Polonia, República Checa, Bulgaria o Croacia. El año pasado, además, China impulsó la creación del AIIB, un banco de desarrollo con 100.000 millones de capital que pretende ayudar a cubrir unas necesidades de inversión en infraestructuras en Asia que rondan los 800.0000 millones de euros anuales.

Varios socios de la UE, entre ellos España, se han apresurado a sumarse al banco chino,mientras que se han negado a inyectar capital al plan Juncker, con el que la Comisión pretende movilizar 315.000 millones de euros de inversión entre 2015 y 2017. La ofensiva china no ha pasado desapercibida en la Comisión Europea. Y el gabinete de estudios creado por Juncker ha dedicado su primer informe al AIIB. El documento (fechado en abril) lamenta la falta de coordinación entre los socios europeos, que decidieron cada uno por su cuenta (Reino Unido el primero) sumarse al proyecto financiero chino (boicoteado sin éxito, por cierto, por Estados Unidos).

El informe de Juncker contempla la posibilidad de que la UE como tal también entre en el accionariado del AIIB. Pero el objetivo de Bruselas no parece ser tanto financiero como de control. Fuentes europeas señalan que durante la cumbre de hoy, la UE señalará al primer ministro chino “la necesidad de que el AIIB respete los estándares internacionales sobre política social, medioambiental, transparencia y licitación pública”. “Europa”, señala el informe del gabinete de estudios de Juncker, “no debería ayudar sin darse cuenta a sentar las bases de un mundo en el que los mercados emergentes prefieran la financiación china o del AIIB porque llega sin los estándares económicos y sociales de otros organismos multilaterales”.

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