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Thomas Wieser, la mano negra del Eurogrupo

Campechano, taimado, metódico, y aficionado a los juegos de palabras (venenosos, sobre todo), Thomas Wieser se ha convertido en la poderosa mano que mueve en la sombra los hilos del Eurogrupo.

Temido por los países rescatados y consentido por los acreedores, Wieser preside desde 2012 el llamado Euroworking group, un foro técnico que prepara las reuniones de los ministros de economía de la zona euro (Eurogrupo).

Hasta la crisis, ese era un puesto ocupado por representantes de los ministerios, quienes desde las capitales respectivas organizaban la agenda y trillaban las decisiones de los ministros. Pero en octubre de 2011, los líderes de la zona euro acordaron la creación de una presidencia permanente, ocupada por alguien fijo en Bruselas.

En esa dramática cumbre se pactó también la reestructuración de la deuda griega y se apretaron las tuercas a Italia (Silvio Berlusconi dimitió poco después) y a España (el gobierno del Psoe perdió las elecciones al mes siguiente). Tan violentos estertores en la creación del nuevo Euroworking group han marcado el mandato de su primer presidente permanente.

Wieser (nacido en EE UU en 1954, pero de nacionalidad austriaca) se convirtió en el latigo visible de los países de la triple A (Alemania, Holanda y Finlandia). Se esmeró en maltratar y hasta despreciar a los países que perdieron el favor de los mercados y tuvieron que pedir ayuda a unos socios que, en lugar de solidaridad, respondieron con reproches y préstamos con condiciones leoninas (luego suavizadas).

La lengua de Wieser, afilada en estudios de economía y matemáticas en las universidades de Austria y EE UU, fustigó a los deudores, en especial, cuando eran de la parte meridional del continente. A partir de 2013, se convirtió además en la voz de su nuevo amo, el ministro holandés y presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

En estos años, Wieser ha demostrado una gran capacidad de organización, según quienes han tenido la oportunidad de trabajar con él. Expansivo, dicharachero, con vocación de encantador, Wieser ha logrado dejar de ser un eurócrata del montón para encaramarse a la esfera política sin exponerse, por ahora, al escrutinio público.

Su arrojo y voluntad de influir contrasta con el tono timorato de otros altos cargos europeos, siempre proclives a pronunciamientos aguados y ambiguos. Wieser no ha dudado en explotar el anonimato para ejercer su poder en la sombra.

El austriaco maneja muy bien la información y la administra entre los medios de comunicación para intentar generar el caldo de cultivo favorable a sus intenciones y las de sus jefes.

Wieser vigila muy de cerca la repercusión de todos los rumores y filtraciones que surgen a su alrededor. Y rastrea Twitter durante las reuniones oficiales del Eurogrupo para conocer de primera mano las expectativas de los medios y orientar o prevenir a los ministros sobre las consecuencias mediáticas de una u otra decisión.

El juego de sombras le ha funcionado muy bien, pero Wieser parece ahora condenado a salir a luz. El austriaco ha ligado su suerte a la de Dijsselbloem, que aspira a repetir como presidente del Eurogrupo.

El holandés se enfrenta a la candidatura presentada por Madrid, que reclama el puesto para Luis de Guindos como compensación por la falta de representantes españoles en las altas instancias europeas.

Como funcionario, Wieser podría haberse mantenido neutral en esa batalla. Pero fiel al espíritu septentrional que ha dominado su mandato (que expira a final de año) la mano negra del Eurogrupo ha preferido ponerse al servicio del actual presidente y maniobrar para que Dijsselbloem salga reelegido, intentando adelantar al 18 de junio una elección prevista para el 13 de julio.

La apuesta de Wieser complica aún más las aspiraciones de España, que confía en lograr el puesto en la cumbre europea de finales de este mes. Si Dijsselbloem gana, el austriaco podría aspirar también a renovar su mandato. Pero si España se sale con la suya, tal vez se corten los hilos que sostienen a Wieser desde la trastienda.

Imagen: Thomas Wieser (foto tomada de la web del Consejo Europeo).

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