Cinco pasos para convertir tu pequeña empresa en una mediana
Entre otras cosas es preciso contar con un director comercial con experiencia y con un sistema de reclutamiento de comerciales
Durante el año pasado se crearon casi 95.000 compañías, que supone la cifra más alta de los últimos seis años, según el INE. Por lo general, en los comienzos optamos por montar pequeñas empresas, surgiendo en el futuro la duda de mantenernos en esta situación o intentar mejorar y ampliar negocio hasta convertirnos en una mediana empresa.
Las medianas compañías son aquellas que tienen entre 50 y 250 trabajadores y su capacidad de facturación ronda entre los 10 y los 50 millones de euros al año. Los emprendedores Alfredo Nicolás y Tomás Santoro, de sumacrm.com, nos dan las cinco claves para convertir nuestra pequeña empresa en una mediana.
- Contar con director comercial que acredite experiencia y varios años trabajando con equipos comerciales. Es preciso vender mucho, pero esto no se consigue únicamente con un elevado número de comerciales. Lo importante es que haya una persona que se ocupe de dirigir por el camino correcto a este equipo.
- Disponer de un sistema de reclutamiento y formación de comerciales. Una vez que se tenga al lider, es preciso armar un bloque sólido y bien formado para que pueda seguir las estrategias comerciales. La clave es montar equipos, "hasta que cuatro personas estén haciendo objetivos y cuando lo hagan, dividirlo en dos equipos y meter a cuatro comerciales nuevos, dos en cada equipo y así de manera continúa", explican.
- Tener una herramienta de gestión y organización para que los empleados puedan realizar sus labores. Cuantos más trabajadores y clientes se tengan, más posibilidades hay de que por el camino se pierdan tareas.
- El fundador no debe ser una figura imprescindible: existe la tendencia a que el emprendedor se ocupe de comprobar las distintas áreas de la compañía. Cuando se crece a un ritmo muy elevado esto resulta muy complicado y sólo se acaba retrasando el trabajo.
- Comprobar la rentabilidad de los clientes. Sólo merece la pena trabajar con ellos que sean rentables. Aunque le tengamos mucho cariño y aprecio a algunos, lo que buscamos es crecer en la empresa y obtener una rentabilidad. "Si no son rentables es mejor dejar de trabajar con ellos", señalan.