Berlín y París allanan el camino de Guindos al Eurogrupo
Alemania y Francia defenderán durante la próxima cumbre europea (25 y 26 de junio) una reforma de la estructura del Eurogrupo que allana el camino de Luis de Guindos hacia su presidencia. El eje Berlín-París plantea la necesidad de reforzar la presidencia del Consejo de Ministros Economía de la zona euro dotándola de mayores medios.
La fórmula encaja a la perfección con la estrategia del Gobierno español, que aspira a que el actual ministro de Economía se convierta en el primer presidente de un Eurogrupo refundado, que ya no sería, como ahora, un ministro de Economía en ejercicio.
Fuentes españolas aseguran que el salto de De Guindos al sillón europeo está prácticamente cerrado. Pero reconocen que el nombramiento depende en parte de que salga adelante la reforma del Eurogrupo, que necesita el respaldo de los 19 socios de la zona euro.
Pero el éxito de la reforma gana muchos enteros con el respaldo de Berlín y París, dos capitales que hasta ahora mantenían puntos de vista muy distintos sobre la evolución del Eurogrupo. Durante años, Francia ha defendido la necesidad de un Eurogrupo fuerte como contrapeso político al Banco Central Europeo. Alemania se resistía a esa propuesta, por temor a mermar la independencia del BCE.
Las tornas se han vuelto en los últimos meses. Berlín aboga por la transformación del presidente del Eurogrupo en un ministro europeo de Finanzas con derecho de veto sobre los presupuestos nacionales. París, cuyo presupuesto lleva casi 40 años consecutivos en números rojos, se resiste a esa propuesta.
La vía intermedia pactada por los Gobiernos de Merkel y Hollande apunta hacia “un refuerzo de la capacidad del Eurogrupo, incluida la posibilidad de un refuerzo de su presidencia y de los medios a su disposición”. La propuesta figura en el documento suscrito la semana pasada por ambos países en el marco del llamado informe de los cuatro presidentes para profundizar en la integración económica, financiera, fiscal y social de la zona euro.
Ese informe, elaborado por los presidentes de la Comisión Europea, del Consejo Europeo, del Parlamento Europeo y del Banco Central Europeo, será debatido en la cumbre de junio y servirá de base para un proceso de reformas de la gobernanza de la zona euro durante los próximos 18 meses.
Si el plan franco-alemán sale adelante, como parece probable, De Guindos parece el candidato mejor colocado para ocupar la nueva presidencia del Eurogrupo. El presidente actual, el ministro Jeroen Dijsselbloem, ya ha señalado que renunciará al cargo si se transforma en un puesto de dedicación plena. Pero el holandés desea repetir (su mandato expira el 21 de julio) si el cargo continúa ocupado por un ministro en ejercicio como en la actualidad. Ambas opciones pueden encajar con una renovación de Dijsselbloem a la espera de que De Guindos asuma el cargo cuando la definición y dotación económica de la nueva presidencia (con cargo al presupuesto de la UE) se concrete en los próximos meses.
El Gobierno de Rajoy, sin embargo, ya no se conforma solo con esa victoria diplomática en ciernes, a juzgar por su contribución al informe de los cuatro presidentes.
España ha presentado una de las aportaciones más ambiciosas y detalladas de toda la zona euro, con propuestas tan audaces como la reforma del BCE o la utilización del fondo de rescate de la zona euro (MEDE) para financiar proyectos de infraestructuras.
El documento español, curiosamente, no hace referencia a la reforma del Eurogrupo. Pero Madrid, que desde hace meses mantiene una actitud muy beligerante contra el BCE, se permite reclamar una “formulación más adecuada de la política monetaria”, fijada ahora en un objetivo de una inflación por debajo, pero cercano, al 2%.
La propuesta española puede soliviantar a Fráncfort, que tiene competencia exclusiva para definir ese objetivo y que en 15 años de historia solo lo ha retocado una vez, en 2003, para añadir la precisión de “cercano” al 2%.
A juicio del Gobierno, el BCE debería “tener en cuenta no solo la inflación media en el área euro, sino también las disparidades medias entre países”. La política monetaria, con el objetivo medio, estaría distorsionada a favor de Alemania, que representa el 28% de la economía de la zona euro.
Fuentes españolas aseguran que solo se trata de evitar que el BCE repita “errores” como los de 2003, cuando dejó los tipos al 2% durante dos años y medio en plena explosión de la inversión en el sur de Europa. El Gobierno, sin embargo, se expone a un choque con el BCE que podría dañar, o abortar, las aspiraciones de De Guindos.
Pedro Sánchez busca influir en bruselas
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha empezado a mover fichas para intentar ganar influencia en Bruselas, donde entró con mal pie tras ordenar a sus eurodiputados que se desmarcasen del resto del Grupo Socialista Europeo y votasen en contra del nombramiento de Jean-Claude Juncker (PPE) como presidente de la Comisión Europea. Sánchez ha recurrido a una figura tan experimentada en lides comunitarias como Enrique Barón (en la foto), que fue eurodiputado durante más de 20 años y llegó a presidir el Parlamento Europeo entre 1989 y 1992.
A instancias de Sánchez, Barón aspira ahora a la presidencia del Partido Socialista Europeo (PSE), un cargo que daría al PSOE un acceso privilegiado a los entresijos de esa formación, la segunda más poderosa de Europea, por detrás del PPE (Partido Popular Europeo).
Barón no lo tiene fácil, porque el actual ocupante del puesto, el ex primer ministro búlgaro Sergei Stanishev, desea repetir. Stanishev cuenta demás con el apoyo de los influyentes socialistas alemanes (SPD), mientras que Barón espera obtener el apoyo de franceses e italianos.
La elección tendrá lugar el próximo 12 de junio, en el congreso del PSE en Budapest. Si los socialistas españoles se alzan con la victoria, Sánchez podrá anotarse su primer tanto internacional. Si no, Barón encajará a título personal una derrota que pasará inadvertida en su dilatadísimo currículum.
La CE vuelve a la carga con el impuesto de sociedades
La Comisión Europea retoma su proyecto de armonización de la base imponible del impuesto de sociedades, una iniciativa puesta en marcha, sin éxito, en 2011 por el anterior presidente del organismo, José Manuel Barroso. Su sucesor, Jean-Claude Juncker, volverá a la carga con la aprobación de un plan de acción el próximo día 17 de junio. La norma no fijará un tipo mínimo de imposición, pero la utilización de la base imponible armonizada será obligatoria, según el vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis. “Si fuera voluntaria, las empresas que hacen una planificación fiscal agresiva no la utilizarían”, señaló la semana pasada Dombrovskis, ex primer ministro de Letonia.