¿Planificamos o improvisamos?
Las pymes deben analizar cada año su actividad económica para reducir costes fiscales, aumentar su rentabilidad y eficiencia empresarial.
Si como persona física cobra 100.000 euros brutos al año, pagará 35.000 (35%) por el impuesto sobre la renta, de acuerdo con la ley vigente. En este caso, es aconsejable crear una sociedad, que congela el tipo entre el 25% y el 30%. Pero, ¿qué sucede si en uno o dos años los ingresos de la compañía disminuyen o incluso llegan a cero? Tendrá que pagar ese 30% de IRPF cuando como persona física tributaba un 15%, un 20% o nada, porque su renta no era suficiente. ¿Cuál es, entonces, la solución?
Los expertos en planificación financiera aconsejan analizar en cada caso la actividad de la pyme y sus circunstancias económicas y sociales: si tiene un fuerte accionariado familiar o no, si su balance está separado, cuáles son los riesgos comerciales y financieros, y si su estructura fiscal es la adecuada respecto al volumen de ingresos.
“No hay soluciones únicas. La de hoy no funcionará el año siguiente ni en 20 años. Hay que hacer una gestión dinámica. La ley tributaria y el entorno cambian y las pymes deben adaptarse a la situación actual para tomar mejores decisiones; siempre en función de un análisis profundo de su empresa”, ha advertido Juan Álvarez, asesor de Optima, una empresa belga de planificación financiera independiente, durante el desayuno de trabajo ¿Planificamos o seguimos improvisando? que se ha celebrado en Madrid.
Las empresas deben efectuar una gestión dinámica, adaptada a sus necesidades
Álvarez recomienda una gestión más allá de lo administrativo, que no se enfoque solamente en la contabilidad y los impuestos, sino que el empresario sea capaz de determinar si las decisiones empresariales pueden afectarle directamente como persona física: ¿Está separado el patrimonio del negocio? ¿Qué sucede si va mal? ¿Si dentro de dos o tres años tiene que cerrarlo, cómo me afecta? Son algunos de los interrogantes que deben plantarse y cuyas soluciones requieren una planificación previa.
El sector de las pymes es el que más riqueza genera, pero el que más incertidumbre soporta. Su presión fiscal está un 13% por encima de la media de los países desarrollados de la OCDE, que se sitúa en el 43%.
El esfuerzo tributario en España es, en general, uno de los más altos de Occidente: superior al 50% del salario medio si se toman en cuenta los impuestos al consumo, sucesiones y donaciones, transmisiones patrimoniales y tasas municipales, entre otros, según datos de la compañía. Por tanto, el resultado es que solo el 15% de los españoles ahorra periódicamente.
¿Cómo disminuir gastos?
Para optimizar la factura fiscal, Optima recomienda la contratación de un plan de pensiones, que reduce directamente la base imponible; sustituir algunos beneficios profesionales dinerarios por rendimientos en especie; invertir en productos con diferimiento fiscal, como los fondos de inversión; planificar la compensación de las posibles pérdidas y la reinversión en una vivienda habitual, acciones o participaciones en una empresa de reciente creación.
En el ámbito de las personas físicas, la reforma fiscal ha introducido reducciones en los tipos para el ahorro, los complemento privados a la pensión de jubilación y exenciones de ganancias por ventas de cualquier elemento patrimonial para mayores de 65 años y si se reinvierte en una renta vitalicia.
Si quiere desarrollar su actividad como autónomo o sociedad limitada debe valorar si la constitución de la sociedad supone un ahorro de tributación para su negocio. “El IRPF es un tipo progresivo (a mayor renta, más pago de impuestos), mientras que el de Sociedades es fijo, lo que supone que, aunque puede que el tipo marginal sea superior al 25%, el tipo medio total de tributación como persona física podría ser inferior al mismo”, explica Álvarez.
Si una vez creada la sociedad, necesita disponer de los beneficios para la vida diaria del socio trabajador más allá del sueldo, tampoco es conveniente, porque tendrá que repartir dividendos y su tributación, en consecuencia, puede ser superior, añade.
Además, la pyme debe tener en cuenta otras deducciones por creación de empleo a través del contrato de apoyo a emprendedores, que deduce 3.000 euros por la contratación de un primer trabajador por tiempo indefinido menor de 30 años; por el incremento de la plantilla con trabajadores discapacitados, de 9.000 por una discapacidad superior al 33% y, de 12.000, por encima del 66%.
También las prestaciones por desempleo pendientes de percibir o correspondientes a 12 mensualidades en empresas de menos de 50 trabajadores y bonificaciones por rentas en Ceuta y Melilla (del 50%).
“Es necesario un cambio de mentalidad. El conservadurismo no es ya una opción segura. Debemos convertirnos en inversores y dejar de ser meros ahorradores mediante el conocimiento de la realidad del mercado, sus oportunidades y las ventajas que ofrece la propia normativa”, concluye Álvarez. La clave es una planificación financiera integral.