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Columna
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Los bancos, sin aliados

Los banqueros que se quejan de la regulación han recibido nueva munición de una fuente inesperada: el propio banco central de los bancos centrales. Pero el Banco de Pagos Internacionales (BPI) no es un aliado. Puede parecer que la organización ha estado escuchando los gustos del director de JP Morgan, Jamie Dimon. Un nuevo informe del BPI sobre cómo las reglas bancarias más estrictas podrían afectar a la política monetaria dice que estas reducirían la oferta de crédito a hogares y empresas, especialmente a las más pequeñas. También acentuarían la volatilidad de los precios de activos en mercados financieros y atenuar el impacto de los cambios de política monetaria sobre las tasas de interés del mercado y la economía real. Los banqueros centrales también son conscientes de que la regulación podría ser más molesta cuando las tasas de política de las principales economías desarrolladas empiecen a subir. El BPI señala que los depósitos bancarios pueden resultar una fuente menos estable de financiación de lo que las normas preveían, porque los clientes van a perder en los depósitos de las cuentas bancarias de bajo rendimiento.

Pero para los intereses comunes, los banqueros comerciales y los centrales llegan a conclusiones muy diferentes. Los primeros tienden a advertir que la nueva regulación está sembrando las semillas de la próxima crisis. Los segundos, que los efectos sobre la política monetaria y su transmisión a la economía serán “limitados y manejables”.

Gestionar puede implicar que quienes fijan las tasas sean más flexibles de lo que lo podrían haber sido en el antiguo régimen regulatorio, dice el BPI. También pueden tener que recurrir a políticas monetarias no convencionales, como la compra de activos, con más frecuencia que en el pasado. Pero está claro que, para los banqueros centrales, estos son pequeños precios a pagar por un sistema bancario más sólido con menos posibilidades de dañar la economía real. Y lejos de preocuparse demasiado de las quejas de los bancos, los políticos se preguntan si deberían estar haciendo más para regular, supervisar y tratar directamente con las entidades no bancarias, que están jugando un papel cada vez mayor en los préstamos a consumidores y empresas. La regulación irá hacia adelante, no hacia atrás.

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