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Columna
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La paz económica de Colombia

El Gobierno de Colombia calcula que un acuerdo de paz con los rebeldes para poner fin a décadas de guerra civil podría incrementar el PIB en cerca de 1 punto porcentual al año. Eso, al menos, es lo que Mauricio Cárdenas, ministro de finanzas del país, espera. Pero como en los acuerdos de fusión, los retornos financieros esperados se suelen convertir en humo.

La cuarta mayor economía de América Latina podría lograr un impulso. El banco central la semana pasada redujo su estimación de crecimiento para 2015 al 3,2% desde un 3,6%, lo que refleja el daño causado por la caída de los precios del crudo. El petróleo es la mayor exportación de Colombia –que produce cerca de 1 millón de barriles por día– y representa cerca de una quinta parte de los ingresos del gobierno. El peso colombiano cayó más de un 25% durante el año pasado a cerca de 2.390 frente al dólar.

Los esfuerzos de paz, sin embargo, han ido progresando, aunque a trompicones. Cárdenas habló de sus esperanzas de un impulso permanente a la paz y a la riqueza del país en Nueva York, donde asistió a una conferencia destinada a atraer inversores para ayudar a mejorar las carreteras y los ferrocarriles en todo el país y conectar las zonas rurales aisladas, donde la pobreza es generalizada y la autoridad del gobierno apenas funciona.

Cualquier impulso a la economía de 380.000 millones de dólares de poner fin al conflicto ya se tendrá en cuenta en la evaluación de las perspectivas del país de los inversores. Dichos dividendos también pueden evaporarse.

Por otra parte, la paz no es solo la ausencia de guerra. Por mucho que el final de 50 años de lucha sería bienvenido, todavía quedarían muchas armas y hombres jóvenes desempleados habituados a la violencia. Es una mezcla tóxica. Es casi seguro que el narcotráfico violento se recrudecerá.

La lección de los conflictos en otras zonas es que habría que moderar el optimismo. Como apuntó un hombre de negocios colombiano en la conferencia, en conversaciones de paz y de fusiones y adquisiciones, el trabajo no acaba con la firma. Empieza en ella.

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