Las Bolsas saborean su momento más dulce
El mercado bursátil vive, a nivel mundial, uno de los momentos más dulces de los últimos tiempos. Los parqués de Nueva York, Londres o Fráncfort están en máximos y prácticamente el resto de las grandes plazas, especialmente las europeas, se encuentran en niveles que no se recordaban en un lustro. La evidente mejoría económica a nivel global –por supuesto, con sus luces y sus sombras por regiones–; la política expansiva por la que decididamente ha apostado ya el Banco Central Europeo (BCE), siguiendo la estela marcada por la Reserva Federal estadounidense; el escenario de tipos de interés muy bajos; el descenso del precio del petróleo; la depreciación del euro; y, como consecuencia de todo ello, una mejora en las expectativas de los beneficios empresariales son los ingredientes centrales del cóctel que ha originado este rally bursátil.
La Bolsa española también está participando de esta euforia en los mercados, aunque bien es cierto que con menor intensidad y que aún quedan excesivamente lejos los míticos 16.000 puntos que el Ibex alcanzó allá por el mes de noviembre de 2007. El índice de referencia de la plaza madrileña anda estos días tratando de asaltar las cota de los 12.000 puntos, pero no acaba de lograrlo. No obstante, la opinión más generalizada entre los expertos es que no tardará en conseguirlo. Es más, el consenso del mercado apunta a que puede llegar a los 12.500 puntos sin demasiadas dificultades. Dentro del conjunto de posibilidades que maneja el mercado incluso se dibuja la de rebasar los 14.000 puntos. Eso sí, en un escenario de extremo optimismo.
Los analistas entienden que la versión española del arreón de los mercados tiene el mismo origen que el del resto, aunque luego desarrolle sus peculiaridades. Todos coinciden en que la base es el efecto balsámico de las medidas adoptadas por el presidente del BCE, Mario Draghi. A partir de ahí, se encadenan varios factores a considerar. El más trascendente es, sin lugar a dudas, la certeza de que España ha recuperado el crédito de los mercados. El hecho de que el Tesoro haya vendido deuda a tipos negativos por primera vez en la historia, o que los bonos a 30 años se coloquen al 2% son síntomas más que evidentes de esa credibilidad.
La imagen del sector financiero –que tanto pesa en el Ibex, por cierto– también refuerza ese efecto. El éxito de la ampliación de capital realizada por el Santander despejó dudas y abrió un camino que ha sido transitado por otras corporaciones españolas con resultados claramente positivos. Los datos de todo tipo que avalan que la recuperación española comienza a ser sólida y el hecho de que la Bolsa se haya convertido prácticamente en el único caladero en el que rentabilizar los ahorros más allá del 1%-2% de los productos financieros más tradicionales, han abonado el interés por el parqué. No obstante, sería un craso error arrojarse en brazos de la euforia y no calibrar los riesgos, que evidentemente existen, de que la racha alcista quiebre. Los expertos sostienen que la gran incertidumbre proviene de la decisión de la Reserva Federal a la hora de prolongar o no la ya larga temporada de tipos al 0%. Un encarecimiento súbito y drástico del precio del petróleo o que Grecia acabe abandonando el euro y ello provoque un terremoto financiero son opciones a las que los expertos no dan la más mínima posibilidad.
En el caso del mercado español, el riesgo adicional viene de la mano de la inestabilidad política que pudiera surgir del intrincado año electoral que ya se ha iniciado con los comicios en Andalucía y que proseguirá con los municipales, autonómicos, catalanes y generales. De hecho, este asunto es uno de los que los fondos plantean recurrentemente a los representantes de las empresas españolas cuando coinciden en cualquier foro. Sin embargo, el resultado de las elecciones andaluzas ha actuado como una suerte de tranquilizante, pues los inversores han interpretado que, más allá de los típicos y tópicos enfrentamientos entre partidos, la economía española seguirá ofreciendo un marco estable para desarrollar los negocios. En definitiva, todos los indicios invitan a pensar que el buen momento de los mercados se prolongara y que la Bolsa seguirá siendo una buena oportunidad para quien quiera asumir algo de riesgo.