Discreción sobre raíles
La visión internacional de Carlos de Palacio Oriol y su apuesta por la alta velocidad han llevado a Talgo, que prepara su llegada al parqué, a ser un referente en su sector
Por más que el presidente de Talgo se esfuerce en pasar lo más inadvertido posible, el fabricante de trenes sigue estando en el centro de la actualidad empresarial española y el nombre de Carlos Palacio Oriol (Madrid, 1952) y su figura acaparan una vez más la atención de los medios. A la internacionalización de la compañía –que lleva unos años en marcha y sigue por buen camino con la apertura de nuevos mercados y consolidándose en aquellos en los que ya está presente–, se suma otra noticia: el debut en el parqué de aquel proyecto que nació con el nombre de Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol será finalmente una realidad en el mes de mayo.
Como las propias siglas muestran, hablar de Talgo es hablar de la familia Oriol, que más de 70 años después de la fundación del fabricante ferroviario continúa dirigiendo sus pasos. Desde 2003 la presidencia corre a cargo de ese directivo, nieto del fundador, al que por su timidez no le entusiasma exponerse a flashes ni conceder entrevistas pero que cumple siempre con los compromisos institucionales a los que le obliga el cargo. Y es que para Carlos Palacio Oriol lo primero (solo por detrás de su familia) es la empresa a la que ha dedicado gran parte de su carrera profesional.
Aseguran quienes rodean a este licenciado en Derecho, con un brillante expediente académico a sus espaldas desde muy joven, que es un presidente algo atípico por su excepcional cercanía con sus empleados. Cuentan que es habitual que mantenga desayunos para charlar con sus trabajadores, pero no solo con su equipo más cercano, sino con cualquiera de los que ponen su grano de arena para que Talgo sea el referente en que se ha convertido en los últimos años.
Considerado como el principal artífice de ese giro hacia los mercados exteriores de una compañía que era bastante conservadora, en un sector también bastante tradicional como el ferroviario, quien fuera el primer funcionario español de las Comunidades Europeas apostó por la apertura al exterior y por la innovación tecnológica, especialmente por la alta velocidad que tantas alegrías ha dado a la empresa.
Los 75 kilómetros por hora que alcanzaba el primer tren de Talgo quedan ya muy lejos de los 360 a los que pueden circular en la actualidad. También distan mucho las características de aquellos vagones que fabricaban en los años cuarenta de las que reúnen los que próximamente harán el recorrido entre Medina y La Meca en Arabia Saudí –capaces de resisitir los 55ºC del desierto y las tormentas de arena– o los que recorrerán Rusia –preparados para soportar las bajas temperaturas del invierno–. La última gran apuesta de la corporación ha sido el tren de muy alta velocidad y alta capacidad Avril, con el que quieren estar presentes en Turquía.
Aseguran que es un presidente atípico por su excepcional cercanía con los empleados
La expansión de la empresa ha llevado a Carlos Palacio Oriol a viajar por diferentes rincones del mundo, pero eso no ha hecho que pierda el gusto por hacer la maleta y visitar nuevos lugares, ya que también lo hace cuando dispone de tiempo libre.
Casado y con dos hijos, además de compartir todos los ratos que puede con ellos, el presidente de Talgo disfruta del teatro y, sobre todo, del deporte. Quienes lo rodean apuntan a que le gusta cuidarse para mantener su buena forma física.
Humilde y dispuesto en cualquier momento a ayudar a los demás, las características que destacan de él en el plano personal se cuelan también en el profesional, donde Carlos Palacio Oriol se encarga de los mandos pero está siempre abierto a escuchar otras opiniones y otros puntos de vista de los miembros de su equipo a los que da gran libertad. Reuniones y charlas se convierten así en su mejor herramienta para dirigir la empresa de más de 1.700 empleados (con la mayor parte de la producción centrada en España) en que se ha convertido Talgo.
Palacio Oriol se encuentra ahora ante un nuevo gran reto: la salida a bolsa de la compañía que ya se había planteado dos veces (en 2011 y 2013) pero que no se había llegado a materializar. El mes de mayo es la fecha prevista para su llegada definitiva al parqué mediante una oferta pública de venta de acciones por hasta el 50% de su capital que se realizará entre inversores institucionales. ¿Su valoración? 1.000 millones de euros.
Las exigencias de transparencia de los reguladores del mercado obligarán así a la empresa a despojarse en parte de esa gran discreción que tanto le gusta a su presidente y por la que se ha caracterizado durante mucho tiempo.
Sin embargo, ninguno de los procesos por los que ha pasado Talgo en estos últimos años y que han supuesto su transformación y adaptación al mercado global han logrado cambiar la personalidad, costumbres o convicciones de Carlos Palacio Oriol. Y nada hace pensar que la salida a bolsa vaya tener algún efecto distinto sobre él.