Las nuevas emprendedoras
La brecha salarial entre hombres y mujeres en todos los países del mundo se mantiene en un grado similar al de hace 10 o 15 años, según datos recientes de la Oficina para España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En Europa, los hombres cobran un 19% más que las mujeres; en España el 17%, dos puntos por debajo del promedio europeo. El informe de la OIT constata también que existe una penalización salarial por maternidad que, además, aumenta con el número de hijos.
Un 40% de las mujeres que han alcanzado puestos directivos en la empresa española señala que los prejuicios relacionados con el sexo siguen siendo una de las principales barreras para la promoción profesional femenina, según el estudio Women in Business, elaborado por Grant Thornton, que asimismo recoge que únicamente el 26% de los puestos de dirección en las empresas españolas medianas y grandes están ocupados por mujeres. Casi un tercio (el 31%) de las compañías españolas no cuenta con ninguna mujer en su dirección; todavía es necesario celebrar el Día Internacional de la Mujer... Suma y sigue: solo el 11% de las mujeres emprendedoras que se lanzaron en 2014 a la aventura de crear su propio negocio en España obtuvieron ayudas y préstamos del Gobierno o de las Comunidades Autónomas. Así, un 36,5% recurrió a la autofinanciación, un 23% a la familia y un 7% consiguió apoyo económico a través de inversores privados y business angels. Son datos de la Radiografía Sage de la mujer emprendedora.
Aún así, “la mujer emprendedora es la base de la recuperación de la economía española, pues representa el 35% del tejido empresarial, 4% más que la media europea”, señaló Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) en la Quinta Semana de la Mujer Internacional, organizada por Woman’s Week. Actualmente hay 1,1 millones de mujeres autónomas.
Muchas mujeres en España, bien preparadas y sin complejos, se han lanzado a la piscina y han materializado sus ideas con éxito. Las circunstancias personales y profesionales de las emprendedoras condicionan, en ocasiones, el tipo de proyectos en los que se embarcan. Por ejemplo, el afán de libertad para decidir sobre su trabajo fue una de las razones que empujó a Andrea González. Su proyecto, una tienda online de productos gourmet (www.jamonprive.com) especializada en ibéricos, nació tras años de experiencia en negocios digitales. Antes trabajó como consultora y como subdirectora de la línea de hombre de Mango. Estudió empresariales en Estados Unidos y un MBA en el IESE, y cree que el hecho de ser mujer le ha proporcionado ventajas. “Considero que las mujeres tenemos poderes especiales que podemos utilizar a nuestro favor para conseguir todo aquello que nos propongamos. Somos igual de capaces que los hombres para dirigir negocios”.
Las circunstancias personales y profesionales condicionan el tipo de proyectos
“Una de las experiencias más enriquecedoras en esta vida es crear un proyecto de negocio y hacerlo funcionar”, afirma Andrea González de Jamonprive
Ser mujer no le ha facilitado las cosas a Isabel Cañelles, escritora y profesora de narrativa en su propio taller literario (www.isabelcanelles.es): “Una de las razones por las que, después de fundar la Escuela de Escritores, decidí dejar la dirección al cabo de cuatro años, tuvo que ver con el hecho de tener hijos. Una cree antes de tenerlos que podrá seguir haciendo su vida normal, pero la realidad es muy diferente”. Cañelles dice que “la mayor dificultad que tenemos las mujeres es que estamos rodeadas, e impregnadas, de la mentalidad masculina desde que nacemos”. En 2013 fundó su propio taller, y aunque nunca quiso ser empresaria, sino escritora y profesora, valora su experiencia como “increíblemente rica”. “He logrado hacer las tres cosas a la vez: ser empresaria, escritora y profesora”.
Como coach, el trabajo de Ana Sanz consiste en acompañar y estimular a las personas, equipos y organizaciones en el logro de sus objetivos. “Sobre todo me centro en la mejora de la comunicación entre las individuos y el desarrollo de sus habilidades sociales y de relación”. En realidad, dice, no decidió ser empresaria sino dedicarse a algo que la hiciera más feliz, que fuera suyo y que le permitiera realizarse personal y profesionalmente. “Y esta decisión llevaba asociada el hecho de trabajar de una manera independiente. Más que empresaria me considero dueña de mi trabajo”. Licenciada en Farmacia, diplomada en Nutrición humana y Dietética y experta en coaching e inteligencia emocional, Ana Sanz trabajó 11 años en el sector sanitario, hasta que decidió hacer un cambio radical en su vida para dedicarse al coaching bajo su propia marca, INgente.
¿A qué ha renunciado? “A un sueldo a fin de mes, a un trabajo estable... Pero más allá de eso, he renunciado al conformismo, al qué dirán en mi casa y qué pensarán mis amigos, a la ansiedad por el futuro para vivir mi presente, que es lo único que tengo, y sobre todo, he renunciado al miedo”.
Marta Díaz Barrera, fundadora de Talentoscopio, consultora dedicada a captar el mejor talento para las empresas clientes, asegura que como mujer no ha encontrado ninguna dificultad en su trabajo. “El talento está relacionado con habilidades innatas y habilidades adquiridas a lo largo de los años, no con cuestiones de género”. Y asegura que los mayores obstáculos que puede encontrar cualquier persona que decide lanzar su propio proyecto siempre están relacionadas con trabas burocráticas, plazos de determinadas instituciones públicas, impuestos y el marco legal.
El negocio de Sandra Cerro es un centro de grafología. “Decidí montar mi empresa porque la grafología siempre me ha apasionado, y pensé que con ello podría cumplir el sueño que todos, tantas veces, nos hemos planteado: vivir haciendo lo que nos gusta y nos hace felices”. Esta grafóloga, que trabajó durante 11 años en una editorial jurídica, considera que las mujeres son mucho más lanzadas a la hora de emprender: “Tenemos más sensibilidad e intuición, una visión más amplia del horizonte, somos más flexibles y, además, capaces de hacer varias cosas a la vez, aunque parezca un tópico. Y creo que también somos más inquietas y temerarias que los hombres, aunque muchos puedan pensar todo lo contrario”.
Desde 2014 Chris Bravo tiene su propia tienda online dedicada a artículos de papelería, libros de manualidades... Un año antes, la editorial Calamar Ediciones le encargó escribir el primer libro de proyectos y tutoriales con washi tapes, cintas de arroz japonés que habían llegado a España con un impacto increíble en el mundo de las manualidades. “No había ningún manual en castellano y recurrieron a mí gracias a los tutoriales y posts que publicaba en mi blog (www.littlehannah.net)”.
Aunque su experiencia es positiva, Chris Bravo aconseja no lanzarse sin haber dado unas cuantas vueltas al proyecto. “En mi caso, debo mucho a los lectores de mi blog y a mis seguidores en las redes sociales, algo que no suele conseguirse en un día, una semana o un mes”, resalta.
Familiares y amigos, apoyos fundamentales
Casi la mitad del colectivo de mujeres emprendedoras, concretamente el 48%, ha montado su negocio en el sector del comercio y en la hostelería y la banda de edad para emprender oscila entre los 35 y 44 años, desvela el informe Radiografía Sage de la mujer emprendedora. La decisión de emprender está motivada por la falta de alternativas en el mercado laboral, según afirma el 41% de las mujeres consultadas, por encima de otros factores como la autorrealización personal y la reorientación de la carrera laboral (16,8% y 17,1%, respectivamente). Quienes más apoyan y animan a la mujer a lanzarse son los familiares y los amigos (56,2%), un 6% más que en el caso de los hombres. Tras haber tomado la decisión de emprender, las mujeres encuestadas para el estudio valoran, por encima de los beneficios profesionales, lo que les ha supuesto comenzar su propio proyecto empresarial a nivel personal: autorrealización, satisfacción personal… Y destacan el tiempo invertido, la burocracia y la incertidumbre como los peores factores a la hora de emprender. Asimismo, el estudio pone de manifiesto el descontento generalizado del colectivo de mujeres emprendedoras con las instituciones: el 89% asegura que no se fomenta la creación de nuevas empresas, y para el 70% las comunidades autónomas y el Estado son los principales responsables.