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El Foco

¿Qué proponen los partidos?

Hace unos días, un grupo de alumnos me solicitó la posibilidad de analizar, desde un punto de vista económico, los programas que iban presentando los partidos políticos ante la opinión pública, a efectos de poderlos valorar adecuadamente.

Ante esta petición lo primero que les hice ver es que se trata de una tarea que no resulta fácil, porque se acomete una labor que hay que llevar a cabo con total imparcialidad y objetividad para que sea útil. En el momento en que se estudie un programa con una visión preconcebida en cualquier sentido, entraremos en un terreno poco provechoso.

Inicialmente hay que decir, que a la fecha de elaboración de estas líneas, tan solo dispongo de un programa más o menos completo, de un partido político. El resto de formaciones apuntan en reuniones, foros, mítines y comparecencias diversas, algunas líneas de lo que podrá previsiblemente llegar a ser un programa.

Dadas las circunstancias, se me antoja imposible realizar el encargo que los alumnos demandan y habrá que esperar mejor ocasión. Sin embargo, puede ser una buena oportunidad de elaborar un marco, una guía de lo que deberíamos pedir los ciudadanos a un partido político que exprese en su programa político y económico.

¿Quién debe elaborar el programa económico? ¿Con qué tipo de información?

Y es que todo programa va a convertirse en un compromiso del partido con sus votantes e incluso con el resto de partidos y sus votantes. Y por tanto constituye un marco que debería ser de obligado cumplimiento para quien lo presenta.

Un programa implica una determinada política económica a desarrollar. Es decir, un proceso de asignación de recursos, porque estos son escasos y hay que priorizar unas partidas de gasto en detrimento de otras.

En estas pocas líneas ya empiezan a vislumbrarse algunas cuestiones que hay que empezar a poner sobre la mesa. ¿Quién debe elaborar el programa económico? ¿Con qué tipo de información? ¿Quién establece los objetivos que se pretenden lograr con la ejecución de un programa determinado?

Estos primeros aspectos que se plantean son de gran importancia porque se corre el riesgo de elaborar un programa alejado de la realidad económica y social de la comunidad. Un programa confeccionado en el laboratorio.

Una segunda cuestión técnica tiene que ver con el contenido del programa económico. Es necesario que se planteen propuestas concretas, superando la presentación de tan solo una relación de generalidades sin concretar en su fondo.

El programa atenderá a los aspectos económicos, sociales, políticos y de cualquier ámbito que se desee especificar pero al menos evaluará la faceta económica y social de lo que se pretende. La trascendencia de la actuación en ciertos apartados de campos tales como educación, sanidad, defensa, cultura, inversiones en infraestructuras, seguridad social, pensiones, ayuda y fomento en sectores como agricultura, industria, energía y turismo constituyen una fuente constante de preocupación social.

A la hora de la puesta en práctica del programa, surgirán dificultades no previstas o soslayadas

Un programa de mínimos debe contemplar qué clase de política fiscal, empleo y crecimiento se va a intentar. Cómo se resolverán a priori los conflictos que se produzcan entre crecimiento, inflación y pleno empleo. Qué política va a seguirse en cuanto al equilibrio interno y externo. Cómo tratar los temas medioambientales.

En todo momento hay que evaluar cómo afecta el programa a la redistribución de renta que puede producirse al aplicarlo y cada actuación prevista debe tener su asignación de medios. Muy pocas políticas, o casi ninguna resultará gratis. Y en todo caso existirá un coste de oportunidad, al no llevar a cabo otra actuación con los medios que se utilicen, aunque sean mínimos. Los planes de financiación del programa son también imprescindibles.

En el programa deberían constar las etapas y calendarios de ejecución de cada actuación con sus metas correspondientes.

En el caso de España y otros países de la UE se da la circunstancia de que factores externos afectan de manera muy notable a la economía interna, por lo que hay que tener previsto en el programa la posible injerencia que se producirá en el desarrollo de ciertas políticas, como puede ser la aplicación por parte del BCE de una determinada política monetaria.

La elaboración del programa solo es posible en un marco económico con visión y proyección a futuro. Esto resulta imprescindible y es una limitación a tener en cuenta. En aquellas legislaturas que suponen periodos de tiempo más o menos largos, la previsible evolución de la economía es clave. La estratagema de planificar gastos y luego contemplar escenarios de crecimiento con los que financiar los mismos es bastante utilizada pero no convence a todos los votantes. Incluso hay que sospechar que, para conseguir algunas de las metas propuestas en el programa de actuaciones, si realmente se pretenden alcanzar, no habrá más posibilidad que eliminar el gasto en alguna partida no presentada o subir los impuestos.

Alguien puede pensar, no sin razón, en la dificultad que entraña elaborar un plan económico o programa como el que se pretende y que será una parte importante del programa de gobierno de quien se presenta en un proceso electoral. Y no le falta razón, aunque hay que decir que aun resultando una tarea compleja, se dispone de una guía de referencia bastante completa, el presupuesto general de Estado en vigor en el momento de elaborar el programa. En él se pueden buscar las partidas presupuestarias correspondientes a cada posible actuación y evaluarlas en términos económicos, para así poder disponer de una visión del coste real.

Por nuestra parte tendremos presente que a menudo, a la hora de la puesta en práctica del programa, surgirán dificultades no previstas o soslayadas en el momento de su elaboración, tratando de esquivar incomodidades y posibles pérdidas de votantes, pero que suponen el incumplimiento del programa presentado y una falta de concreción y definición de algunos aspectos muy importantes para los votantes.

En fin, a la espera de poder disponer de la información que faciliten los partidos, tan solo hemos podido estudiar un programa, que además de momento resulta poco creíble y lleno de ambigüedades y falto de definiciones lo que lo descalifica al no cumplir los requisitos que se deben exigir.

Cecilio Moral Bello es catedrático de Economía Financiera y director del máster en Finanzas de ICADE

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