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Columna
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Grecia y el juego de la confianza

El gobierno griego tiene una tarea casi imposible para los próximos cuatro meses: reconstruir la confianza de sus acreedores, manteniendo la confianza de la gente. Pero Alexis Tsipras solo puede culparse a sí mismo. El primer ministro hizo promesas electorales irresponsables de las que ahora necesita liberarse.

La primera etapa de la kolotoumba, voltereta o giro de 1800 en griego, arrancó con la petición la semana pasada de una extensión del programa actual. El nuevo gobierno se comprometió a no revertir las reformas de la administración anterior o impulsar medidas unilaterales mientras se negocia un nuevo contrato.

El kolotoumba requerirá tres etapas más. En primer lugar, las instituciones que froman la llamada troika probablemente harán algunas concesiones más a cambio de evitar que Atenas quiebre el mes que viene.

Tsipras tendrá que renunciar a más promesas electorales cuando se especifique la lista de reformas

En segundo lugar, Tsipras tendrá que renunciar a más promesas electorales a finales de abril, cuando la lista de reformas presentadas el pasado lunes se especifique más. A continuación, se pondrán de manifiesto que gran parte de la “ambigüedad constructiva” de la que Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas griego, presumía se ha aclarado a favor de los acreedores.

Grecia podría alcanzar su meta de reducir el objetivo de superávit primario al 1,5% para este año (desde el 3%). Pero dado que la economía ha sido golpeada por los chanchullos políticos de los últimos dos meses, lograr incluso eso requerirá apretarse el cinturón.

Por último, Tsipras tendrá que alcanzar lo que será efectivamente un nuevo acuerdo a largo plazo para finales de junio. Esto implicará que el dinero de los acreedores llegará a cambio de la aplicación de duras reformas bajo supervisión internacional.

Puede que Atenas obtenga algo de alivio en la deuda para endulzar la píldora. Pero incluso eso no está garantizado. De hecho, es más probable que lo reciba si el gobierno trabaja duro para restaurar la confianza con sus acreedores avanzando con fuerza en sus reformas. Al no tener un buen Plan B, cuanto más rápido haga Tsipras las piruetas, mejor.

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